Había cierto aire de decepción tras la presentación del nuevo iPad. Por una vez, se habían confirmado prácticamente todos los rumores, punto por punto. Así que a muchos les parecía que se había perdido la magia, que la compañía de la manzana, en el primer lanzamiento tras la muerte de Steve Jobs, ya no tenía la capacidad de conquistarnos. Pero llega el día de empezar a venderla y Apple coloca tres millones de unidades de su nueva tableta en el primer fin de semana. Y es que comprende mejor que muchos gurús que en un aparato que básicamente consiste en una gran pantalla, mejorarla supone un salto cuantitativo notable.
Los de Cupertino no sólo inventaron el sector comercialmente hablando, como ya hicieran con el de los móviles táctiles, sino que aún lo dominan por completo, dos años después. Acaban de tener que decidir qué hacer con la montaña de dinero que tienen repartida en bancos de medio mundo. Parece difícil en estas circunstancias hablar de decadencia. Pero existe, aunque sea relativa.
Apple no sólo inventó, comercialmente hablando, estos dos mercados. También lo hizo con los reproductores musicales portátiles y con los ordenadores personales con interfaz de usuario de ventanucos. En ambos casos lo hizo con una misma filosofía cerrada, y su éxito permitió a la compañía sobrevivir y prosperar hasta el advenimiento del iPhone. El mercado de ordenadores personales tradicionales sigue existiendo, y en él Mac es un actor menor frente al PC con Windows. El de los MP3 está de capa caída gracias a los móviles y más que caerá con el tiempo.
Un futuro similar le espera a Apple en el mercado móvil y de las tabletas, aunque este último, siendo más novedoso, se hará esperar más. O lo hace languidecer un nuevo adelanto que ahora resulta difícil predecir –si lo hiciera no duden que vendería la idea a Microsoft, que parece estar en necesidad–o la compañía terminará como el principal fabricante o uno de los grandes, pero como un actor menor dentro de la algarabía de rivales que emplean Android, que será el sistema operativo dominante como lo es Windows en los PC.
No es mal destino. Apple seguirá siendo así una compañía enormemente rentable y seguirá haciendo aparatos bonitos y cómodos de usar. Pero a no ser que vuelvan a ser ellos, sin Steve Jobs al frente, quienes inventen ese futuro que lleve al ocaso a sus propias invenciones, dejarán de ser la única compañía capaz de provocar que hasta Libertad Digital ofrezca en vivo sus presentaciones.