Hace dos años tuve una interesante discusión con Rubén Osuna, sobre el futuro inmediato de Apple y sus famosos ordenadores Mac, en el que yo predecía su muerte a un plazo de unos diez años y Rubén me equiparaba con los que llevan haciendo esa predicción desde hace décadas. Como suele suceder siempre que se hacen profecías, es divertido ver lo que decíamos uno y otro, nuestros aciertos y errores, ahora que sabemos que Apple va a sustituir sus procesadores por otros de marca Intel, es decir, por los que llevan los PC normales. Pensaba entonces que los chips de IBM no tendrían el precio adecuado, pero la indisponibilidad por parte del gigante azul de microprocesadores potentes para portátiles ha ejercido la misma función. Y no me ha sorprendido saber que acerté ahora que Jobs ha reconocido que disponen de un Mac OS X para arquitectura PC desde hace cinco años, pues con el núcleo (Darwin) disponible para ambas plataformas lo extraño hubiera sido lo contrario.
Sin embargo, reconozco que Mac no morirá si efectivamente dispone de la capacidad de ejecutar las antiguas aplicaciones sin pérdida de rendimiento, algo que me sigue pareciendo dudoso diga lo que diga Steve Jobs. Es cierto que, con este movimiento, Apple renuncia a ofrecer una arquitectura diferente, obteniendo a cambio mejores precios. Pero, al contrario que Guillermo, creo que tanto el diseño como su fantástico sistema operativo son razones suficientes para convencer a muchos de sus elitistas usuarios de permanecer con ellos. Además, otros tan reticentes como yo pueden convencerse al saber que podrán instalar Windows en la misma máquina para ejecutar las aplicaciones de las que carezca Mac OS X.
El error que sí me parece especialmente grave es anunciar ahora un cambio tan trascendental, cuando aún falta un año para que se empiecen a comercializar los primeros ordenadores Apple con corazón Intel. Se arriesgan así al "efecto Osborne", denominado de esta forma en honor al creador de unos ordenadores de principios de los años 80 que, al anunciar seis meses antes de que estuviera disponible una nueva plataforma, logró quebrar la empresa en dos meses al dejar de comprar sus usuarios el sistema que sí tenía a la venta, en espera del nuevo.