En 2001 pedí al gran Javier Rubio permiso para publicar en liberalismo.org los artículos de La Ilustración Liberal que ya estaban en su web. Además de concedérmelo, me ofreció escribir en el entonces jovencísimo diario en internet Libertad Digital. Gracias a su generosidad o a su temeridad, aún no estoy muy seguro, el 17 de octubre de 2001 publiqué el primer artículo bajo el título de "Navegante". Diez años después, ésta es la columna número 567, si no he contado mal.
Pocos asuntos parecen tener una fecha de caducidad más cercana como éste de las nuevas tecnologías. Si diez años son un mundo en la vida de una persona, no digamos en internet. De hecho, mi primer artículo explicaba las alternativas que habían surgido tras el inefectivo cierre de Napster, la primera red P2P para la descarga, entonces, de música. Pocos de aquellos servicios sobreviven diez años después, ahora que Emule, Bittorrent y los sitios de descarga directa dominan el panorama. Aquel otoño se presentó Windows XP, que muchos aún tienen instalado en sus ordenadores. Hubo que esperar al verano siguiente para que Mozilla lanzara un navegador, que aún tardaría años en convertirse en Firefox.
No obstante, algunas cosas permanecen tan inalterables como siempre. La falta de reflejos para adaptar a nuestro idioma los más recientes neologismos tecnológicos, el absurdo de las patentes del software o lo mal que actuaban las empresas –entonces discográficas– frente a la realidad de las descargas en la red siguen siendo carne de columna a día de hoy. Eso sí, Jobs estaba vivo y Gates seguía trabajando en Microsoft en lugar de dedicar su tiempo a una fundación.
Es imposible saber dónde estaremos dentro de diez años. Pienso que habrá pasado de moda el timo del calentamiento global, que guardaremos prácticamente todo en la nube y que más que internet –que será ya parte de la vida diaria– estaremos hablando de la revolución de la nanotecnología, que ya da algunos frutos pero que en la próxima década empezará a formar parte no sólo de los aparatejos más o menos tecnológicos, sino también de la ropa, los muebles y casi cualquier objeto de uso cotidiano.
Pero no se lo tomen muy en serio. Pocos días después de comenzar a escribir, Apple lanzó el primer Ipod, al que no dediqué ni una línea. Como futurólogo, desde luego, no tengo precio. ¡Si hasta llegué a predecir la muerte del Mac para más o menos 2013! Así que si ahora me escuchan que Blackberry va a fenecer y que Android será el sistema operativo móvil de referencia tampoco me hagan mucho caso. Bueno, al menos en el caso de Android.
Han sido diez años apasionantes, a los que espero que sigan al menos otros diez. Si ustedes me siguen aguantando, claro.