No hay nada con peor prensa dentro del mundillo informático que las consultoras. Y no es porque aparezcan feas en los papeles, antes al contrario: los diarios económicos suelen acariciarles la espalda. El problema es que las conocemos y por eso reciben apodos poco edificantes, en general relacionados con la industria cárnica.
El funcionamiento de muchas de las empresas del sector es simple: contratan a programadores, sin mirar mucho su grado de cualificación, por un salario más bien parco, y lo colocan en alguna gran empresa que ha decidido externalizar el desarrollo de sus sistemas informáticos. La compañía paga mucho por cada empleado subcontratado, a quien le llega en sueldo una parte bastante reducida. Las horas extras son muchas, las posibilidades de promoción pocas y la rotación elevadísima.
Pese a ello, son legión las grandes empresas que deciden poner en manos de estas consultoras departamentos enteros. Los informáticos subcontratados son conscientes de que tienen en sus manos la responsabilidad de que funcione una parte relativamente importante de la compañía, pero como trabajan para otra carecen de los mecanismos habituales de recompensa. La empresa paga en algunos casos incluso más de lo que pagaría por tener un departamento, a cambio de un montón de trabajadores generalmente desmotivados aunque hagan muchas horas extra gratis porque, en el fondo, les gusta lo que hacen aunque no dónde y cómo lo están haciendo.
Un gran porcentaje de los informáticos trabaja en estas máquinas de picar carne, lo que se ha acabado traduciendo, según se iba sabiendo la situación vía radio macuto, en una caída en el interés por dedicarse a esta profesión nuestra, algo que hace un par de años provocó grandes reportajes en medios como Expansión o El Economista, donde naturalmente hablaron los directivos de las empresas cárnicas y no los empleados, con lo cual sus lectores se quedaron sin enterarse de la raíz del problema.
Pero si este arreglo es malo para informáticos y empresas, ¿por qué no se deshacen del intermediario? Se han ofrecido muchas explicaciones, a mi juicio incompletas, de la causa, como la consideración del programador como peón albañil por parte de la mal llamada ingeniería del software o la ingenua consideración de que "nos explotan", que es más un alivio emocional que otra cosa. En otros países, existiendo consultoras, no tienen una presencia tan elevada. Luego hay algo peculiar en España.
La respuesta, como en lo referido a tantas otras cosas, hay que buscarla en esa bazofia que nuestra casta denomina legislación laboral. Las empresas subcontratan no sólo informáticos, sino sobre todo la gestión de los mismos, las contrataciones, los despidos, los sindicatos, evitar tener que hacer un ERE porque no haya proyectos, el daño a su imagen que en España siempre producen los despidos masivos, etc. Los empleados aceptan la situación porque es mucho más difícil encontrar trabajo en nuestro país que en otros con legislación algo más libre. Los más aventureros se van fuera, y generalmente trabajan menos y cobran mucho más. Que es lo que sucedería aquí de haber algo más de libertad y menos costes de todo tipo a la hora de contratar.