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Daniel Rodríguez Herrera

((Apple despide a una mujer negra))

Apple ha despedido a su vicepresidenta de Inclusión y Diversidad por el delito de decir la verdad.

Apple ha despedido a su vicepresidenta de Inclusión y Diversidad por el delito de decir la verdad.
Idealista

Apple ha despedido a su vicepresidenta de Inclusión y Diversidad por el delito de decir la verdad. Se podría decir que se lo tenía merecido, puesto que vivir en la mentira es posiblemente el requisito principal para acceder a uno de los trabajos innecesarios más ridículamente mejor pagados del mundo.

El mes pasado, Denise Young Smith declaró en un evento en Bogotá que "puede haber 12 hombres blancos, rubios y de ojos azules y van a ser diversos, también, porque van a traer con ellos diferentes perspectivas y experiencias vitales". Inadmisible. Young Smith fue sacrificada hace unos días en el altar de lo políticamente correcto, para el cual diversidad significa tener un color de piel, un sexo o una orientación sexual distintos.

Resultan asombrosos los milagros que la ideología es capaz de obrar. Antaño se consideraba racista evaluar a alguien por el color de su piel, sexista evaluar a alguien por lo que le colgaba entre las piernas, homófobo evaluar a alguien por el sexo de las personas con las que se acostaba. Pero impulsar que entre trabajadores y directiva haya más negros e hispanos –no asiáticos, claro, porque están más sobrerrepresentados que los bancos–, más mujeres y más homosexuales es visto hoy como algo obligado en las grandes empresas y universidades norteamericanas. Pero por arte de birlibirloque ideológico nada de esto es racismo o sexismo. Es "inclusión y diversidad".

Cabría pensar que para una empresa o para una universidad lo más importante es la diversidad de pensamiento. Que haya gente con ideas distintas, que ofrezcan perspectivas novedosas. Pero para la ideología dominante parece que eso sólo puede conseguirse si tienes la experiencia de vivir en alguna de las múltiples categorías de colectivos oprimidos. De ahí que en las universidades americanas estén muy contentos de tener profesores de todas las razas y condiciones sexuales, siempre y cuando no sean de derechas.

Lo más importante que hay que saber sobre la discriminación positiva es que es discriminación. Que evalúa a una persona no por su carácter, sus méritos o sus logros, sino por su pertenencia a un colectivo, pertenencia que además no ha elegido. La llamada diversidad no evalúa a Denise Young Smith como una persona que lleva 30 años trabajando –supongo que satisfactoriamente– en el departamento de Recursos Humanos de Apple, sino como una mujer negra. Una mujer negra que, como el hombre blanco James Damore en Google, ha sido despedida por tener unas ideas distintas a las del monocultivo ideológico de Silicon Valley. Y todo por decir que doce hombres blancos, rubios y de ojos azules pueden ser diferentes entre sí. Como lo era Steve Jobs de Tim Cook.

Denise Young Smith ha sido sustituida por Christie Smith. Mujer también, sí, pero blanca. El gran pecado de palabra contra la diversidad ha supuesto reducirla dentro de Apple.

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