Han tenido que pasar veinte jornadas para que Pep Guardiola jugara a ser entrenador en un partido de Liga. Es el técnico del Barcelona, pero esto de intentar forzar una compostura y hacer una alineación rara, distinta y algo incoherente para lo que es este Barça, asusta a más de un culé. Y asusta porque Pep no es así: de hecho, será con toda seguridad la única vez que lo haga.
Y lo hizo con la seguridad tremenda de que era lo que le favorecía a su equipo, otra cosa es que muchos aficionados no lo vieran así. El conjunto azulgrana sacó de inicio a Puyol, Piqué, Abidal y Adriano en defensa. A Busquets y a Mascherano en una posición parecida en el medio centro. A Dani Alves de extremo, a Xavi de enganche y a Cesc y Messi como jugadores más adelantados.
Varias preguntas: si Alexis estaba para jugar, porque estaba en el banquillo, ¿entonces por qué no le puso él y sí a Alves en esa posición? ¿Por qué Guardiola coloca a dos jugadores en la misma demarcación si siempre ha jugado con un solo mediocentro? Todo es raro y es la constatación de que en la Liga, torneo de la regularidad, Guardiola se ha equivocado más que Mourinho. Si es que el portugués se ha equivocado alguna vez.
La conclusión de eso es que el Barça está a siete puntos del Madrid y tiene la Liga prácticamente perdida. Queda mucho, pero no se ve al conjunto blanco fallar tantas veces. Hay que darse cuenta de que tienen que ser tres tropiezos o cuatro y uno puede ser en el Camp Nou, pero ¿en qué campo va a fallar más? No lo veo posible.
Y eso que el Madrid ganó al Zaragoza jugando al cincuenta por ciento. Más a favor de los blancos, que ganan fácil aunque no jueguen bien. El equipo de Mourinho se ha dejado ocho puntos en los últimos cuatro meses. El Barça ha perdido ya 15, los mismos que en toda la temporada 2009/10. Con eso está todo dicho. Al Madrid no le hace falta jugar bien, muchas veces ni siquiera jugar, para ganar. El Barça lo tiene que hacer todo perfecto para reeditar el título liguero. Así de sencillo.