Nunca te puedes fiar del todo de ningún equipo de la Liga española y el Barça lo está comprobando en sus propias carnes. Con los rivales que parece que controlas menos, con los que hay que jugarse, en definitiva, la Liga, el equipo de Guardiola no se acaba de encontrar. Tiene reparos para ganar en esos campos más pequeños pero en los que se deciden los títulos.
El empate en el derbi catalán deja a los de Guardiola tocados, a cinco puntos del Madrid. Dejando claro que parece que domina los duelos directos con su enemigo acérrimo, no domina las otras cosas que dan Ligas. Esos intangibles que aparecen siempre en los campeonatos. El Barça se ha dejado 13 puntos en la Liga, casi los mismos (quince aquella vez) que se dejó en la 2009-2010. Y estamos en la jornada 17.
No parece de recibo quejarse del árbitro. Y no lo hicieron. La jugada final deja bien a las claras que Turienzo Álvarez o tiene un problema de visión grave, o uno de colocación no menos grave si uno se dedica al arbitraje. La mano flagrante de Raúl Rodríguez en el minuto 92 de partido iba a dar, con casi toda seguridad, tres puntos a los blaugranas. Pero, sin embargo, no es del estilo de un grande quejarse de un arbitraje. Guardiola lo entendió así y no lo hizo.
Quizá porque la autocrítica le dicta al mister blaugrana que en un partido ante un rival inferior, el Barça ha de hacer más para ganar. Los azulgrana anotaron un gol y tuvieron contadas tres ocasiones más. Además se vio, quizá, uno de los peores partidos de Messi, no ya como jugador del Barça, sino como jugador de fútbol. No puedes, de ninguna manera, jugar así para ganar hoy en día, a no ser que tengas una pegada de escándalo.
Mientras, el Madrid hace lo suyo. Gana, no siempre convence, pero es líder con cinco puntos de ventaja. No parece probable que tropiece en muchos campos. Incluso empiezo a pensar que serán pocos (dos, tres equipos si llegan) los que le sacarán puntos a los blancos que, hoy en día, son los grandes favoritos para ganar la Liga.
No quiero dejar pasar la oportunidad de alabar los debuts de Simeone y de Molina en los banquillos de Atlético y Villarreal. No ganaron, los dos empataron, pero se vieron cosas que no eran fáciles ver antes. Por ejemplo, en el Atlético, luchar hasta la extenuación para sacar un valioso punto de Málaga. Y en el Villarreal, jugar con dos delanteros natos, algo que las lesiones habían impedido hacer a Garrido. Buena pinta de los dos, que se enfrentan el domingo en el Calderón. A ver qué pasa.