La violación es una de las peores agresiones que puede sufrir una mujer, no digamos una adolescente. Sin embargo, hete aquí que aquellos que dicen colocar en lo más alto de su agenda política la lucha contra la violencia que padecen las mujeres, se resisten con miserables excusas a reformar una legislación que permite irse a su casa a los menores que violan a unas niñas. La disculpa, que repiten cual serenos papagayos los voceros oficiales y oficiosos del PSOE, amén de otros partidos, es que no debe legislarse "en caliente". Se ha dejar, dicen, que el efecto emocional remita, que se pose la indignación social, a fin de tomar medidas con tranquilidad, si es que hay que tomar alguna. Cuánta basura intelectual para cubrir las incoherencias del discurso feminista del socialismo.
Aún está reciente el calentamiento que precedió a la promulgación de la Ley contra la Violencia de Género. Manifestaciones, actos y protestas rodearon aquel proceso. La sociedad debía de tener presente cada día la espantosa lacra. España no podía aguantar un minuto más sin aquella ley. Una hora en ausencia de tal legislación podía añadir una nueva víctima. Era asunto de la máxima e imperiosa urgencia. Huelga decir que la tórrida campaña se hacía para mayor gloria del Gobierno Zapatero. Para que el presidente apareciera, una vez aprobada la ley, como el gran defensor de las féminas. Logrado ese efecto, las víctimas de la violencia doméstica han seguido cayendo sin que el ambiente alcanzara aquellas temperaturas.
Qué contraste ahora con las violaciones. No hay urgencia de ninguna clase. Al contrario, las señoras del PSOE nos conminan a enfriarnos y relajarnos. Vices y ministras mantienen un silencio prudente y desusado, y Zapatero, el justiciero de las mujeres, calla. ¿Será que las violaciones y más las perpetradas por menores no son "violencia de género"? Quién sabe. Habrá que preguntárselo a los y las socialistas. Que definan, si pueden, el género del delito de género. Que acoten hasta qué punto los sagrados derechos del menor están por encima del simple derecho de las mujeres a que sus violadores sean castigados. Ah, pero no se trata de castigar, sino de rehabilitar. Qué diferencia con los casos etiquetados como "violencia de género". Ahí se castiga y duro.