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Cristina Losada

¡Provocadora!

Si los fanáticos no existieran, Díez los hubiera inventado para hacerse con el botín publicitario del incidente. No teníamos un razonamiento semejante desde aquellos jueces que achacaban la violación de una mujer al hecho de que llevaba minifalda.

En La tribu atribulada, Jon Juaristi cuenta su experiencia como conferenciante en la Universidad de Barcelona. Fue en 1999 y el resumen de la cosa es que no pudo dar la conferencia. Fue recibido por los berridos, amenazas y pedradas de un "rebaño de nacionalistas radicales" que también cortó la luz y se apoderó del equipo de sonido. Había allí un grupo de batasunos con una pancarta en eusquera. "Eran los únicos que me insultaban en español", recuerda el escritor. Alejo Vidal Quadras, el segundo no-conferenciante de la sesión, ni siquiera pudo entrar en el recinto. Pero Juaristi estaba avisado. Cuando llegó a Barcelona, supo que "el periódico de la Universidad había anunciado el ciclo como una provocación intolerable, acusándonos a todos de anticatalanes".

Juaristi estaba avisado y, no obstante, decidió ir. Lo mismo harían, en distintas ocasiones, Aznar, Savater, Espada y Gotzone Mora, entre otros. Y ahora, Rosa Díez. ¡Mira que hay gente a la que le gusta provocar! Eso es lo que sostiene una periodista de El Mundo de Cataluña. Según ella, todos esos personajes y alguno más no son víctimas inocentes de las huestes nacionalistas. No. Les pasa que arden en deseos de que los vituperen y agredan para colgarse medallas y obtener publicidad. Su numerito está calculado, vaya que sí. La prueba es que Díez "en todo momento mantuvo la sonrisa. No es para menos. Consiguió salir en los periódicos y los telediarios y algún que otro voto se habrá ganado (...)". Si los fanáticos no existieran, Díez los hubiera inventado para hacerse con el botín publicitario del incidente. 

No teníamos un razonamiento semejante desde aquellos jueces que achacaban la violación de una mujer al hecho, provocador, de que llevaba minifalda. Iba enseñando muslo y qué iba a hacer el hombre. Ella se lo estaba buscando. Como Rosa y los demás. Se lo buscan los demócratas al acudir a lo que hace tiempo dejó de ser un templo del saber para convertirse en santuario de ignorantes que defienden con violencia su incultura. Ya pueden estar contentas las Sturmabteilungen del catalanismo. Al guiño cómplice de quienes rigen las instituciones, a la protección que les dispensa el poder, a la prensa servicial que denigra a los no nacionalistas, se acaba de unir El Mundo. Bienvenido a la charca.

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