La posibilidad de que Berlusconi incluyera en la lista de las europeas a un ramillete de beldades causó enorme escándalo. Utilizar a mujeres, y guapas por añadidura, como cebo electoral representa la quintaesencia del machismo. ¿Siempre? Siempre no. Quítese lo de guapas y déjese en fotogénicas o déjese simplemente en mujeres que, eso sí, se esfuerzan por ser dignas de la pasarela, y tenemos el modus operandi de Zapatero. La diferencia básica es que el primero pretendía incentivar el voto de los hombres y el segundo persigue el voto de las féminas. Asunto en el que, por cierto, no le ha ido mal.
Las consecuencias de aplicar esa ofensiva pauta llamada paridad –un modo de rebozar de ideología la búsqueda de simpatía popular– han quedado reflejadas en un amplio muestrario de disparates de ministras, que es la espuma del mar de fondo de su incapacidad. Después de Calvo y Álvarez, nadie, se pudo pensar. Error, pues llegó Aído con sus groserías verbales e intelectuales sobre los embriones y fetos no humanos y el "ponerse tetas". O Chacón, con la retirada de Kosovo no coordinada con los aliados, pero sí con los telediarios, y esa confusa gestión de un brote de gripe A en una Academia militar.
Comparecían las titulares de Defensa y Sanidad para explicarse y se soltó la frase: Ustedes (por el PP) extienden el virus de la alarma. Mucho más peligroso es el virus de la ineptitud. Un virus que está bien repartido entre los miembros del Gobierno, pero que se ensaña con algunos y, gracias a la dinámica paritaria, con algunas en particular. Y ahí topamos con el tabú. Las críticas a las ministras se miran con la lupa del "género". También a la hora de enjuiciarlas se exige discriminación (positiva), antítesis de la igualdad. Y ése es otro de los motivos por los que están ahí: el blindaje. Que naturalmente es selectivo. Nada ampara a las mujeres que no pertenezcan a la familia política correcta.
El virus de la incompetencia es un gran aliado del PSOE. De ahí que su propagación sea una política de Estado. Hay, por ejemplo, grandes proyectos para mantenerlo y aun reforzarlo en la enseñanza. Habrá que invertir mucho dinero público, pero de esa manera tendremos un país aún más a la medida de Aídos y Chacones, Pajines y Blancos, Calderas y Zapateros. Felizmente iguales en la inutilidad.