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Cristina Losada

Lo peor del futuro

Chacón, una criatura del zapaterismo, en cualquier caso, y la heredera intelectual de esa corrosiva inconsistencia. Su elección significaría la continuidad de la política de Zapatero. Es su sucesora natural. En suma, lo peor del futuro.

El filósofo William James, tras pasar una semana con un grupo de metodistas, dijo que echaba de menos "el destello de una pistola, una daga o una mirada diabólica". Se divertiría, entonces, con el drama de capa y espada que se vivirá en los inminentes sanedrines socialistas, donde no ha de faltar de nada, salvo, quizás, el arma reglamentaria para el haraquiri. Con razón, la razón emanada de las urnas, los defenestrados quieren sacar los puñales y proceder al ajuste de cuentas. Pues hecho el recuento de cadáveres, lo suyo, en cualquier partido y en toda democracia, es arrojar al vertedero al responsable. Aunque aquí conviene el plural. No en vano los socialistas han marchado al albañal sin rechistar ni una vez por el camino. Cuanto Zapatero ha hecho y ha deshecho gozó de su asentimiento y de su aplauso. ¡A buenas horas! Pero igual que cuando un régimen totalitario cae, sus secuaces eran disidentes, ahora va a resultar que la cúpula del PSOE era antizapatero avant la lettre.

La dimisión en bloque y la designación de una gestora, sería la decisión justa y necesaria, junto a la convocatoria de elecciones generales. Pero el mundo partidario gira únicamente sobre la sucesión y ésta condiciona el proceso mismo de liquidación del líder. Porque, según vaticinan, si la operación se hace mediante un congreso, el sucesor sale con barba, pero si va por primarias, sale con melenita. De manera que la elección está entre lo peor del pasado y lo peor del futuro, que eso representan los dos candidatos en competencia abierta. Claro que Rubalcaba no es sólo el pasado ni mera reliquia del felipismo. Se ha sentado, como el que más, a la vera del zar y ha sido su brazo ejecutivo y ejecutor. Piensan en él como tapón para la hemorragia, como el veterano capaz de conducir a la manada de vuelta a los corrales, pero se halla tan indisolublemente unido a los años de Zapatero como a la turbiedad de los anteriores.

En los viejos buenos tiempos circulaba, como elogio, que el presidente había feminizado la política. Pues si él es su lado femenino, tal vez Chacón sea su lado masculino. Una criatura del zapaterismo, en cualquier caso, y la heredera intelectual de esa corrosiva inconsistencia. Su elección significaría la continuidad de la política de Zapatero. Es su sucesora natural. En suma, lo peor del futuro. 

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