Hace unos lustros, el nacionalismo gallego consistía en unos individuos que andaban por ahí tachando los carteles en español y eliminando siempre que podían el nombre de la nación odiada: España. Hoy en día hacen lo mismo, pero a lo grande, o sea, desde el poder y con los presupuestos en la mano. Provistos de recursos más potentes que el spray y el rotulador, tratan de erradicar el español y lo español de Galicia por todas las vías posibles, sin prescindir de aquellas que les hacen caer en el ridículo. Es éste el caso de la gestión por parte del Gobierno autonómico y, en concreto, por la parcela nacionalista del mismo, de uno de los grandes acontecimientos deportivos del año: la Vuelta Ciclista a España, que saldrá de Vigo el 1 de septiembre, si bien de riguroso incógnito.
Ocurre que después de haber anunciado hace dos años su salida desde Galicia como uno de los proyectos estrella de la consejería de Cultura y Deportes que ocupa el BNG, éste ha decidido escamotear de la vista del público el término tabú, impronunciable. Seguro que don Anxo de Allariz estuvo dándole sus vueltas a la idea de anunciar la salida de la Vuelta Ciclista al Estado. Y ha sido una pena que no cuajara, pues nos habríamos solazado imaginando a pelotones de ciclistas por las delegaciones del Gobierno, disputando la contrarreloj en pasillos ministeriales, subiendo por los puertos y riscos de la Agencia Tributaria y poniéndose el maillot amarillo encima de la caja de la Seguridad Social. Pero la solución ha sido, finalmente, la que dictaba la vieja escuela: borrar a España del cartel. Así, ha aparecido en los escaparates ese singular póster, firmado por la Xunta y Caixanova, que se reproduce aquí. Nadie, viéndolo, podrá imaginar que anuncia la Vuelta Ciclista a España.
Galicia, na orixe do mellor ciclismo, reza el cartel, junto a un mapa de la irredenta nación de Breogán flotando en el éter, que muestra las ciudades y villas elegidas por el dedo interesado del BNG. Esto es como si en Valencia, la America’s Cup se hubiera anunciado con el lema: Valencia, en el origen de la mejor regata del mundo. Y punto. Naturalmente que esta Vuelta de incógnito no le ha salido gratis al contribuyente. En realidad, hemos pagado para que el director general de Deportes de la Xunta, Santiago Domínguez Oliveira, pudiera incluir en lugar destacado de su propaganda electoral como candidato a la alcaldía de Vigo, que él, personalmente, había logrado que la ciudad acogiera la salida de la Vuelta a la innombrable. Lo cual, por cierto, no le hizo ganar un voto más; perdió muchos.
En algún momento, el BNG se dio cuenta del brete en que se había metido por su afán de aparecer como gran conseguidor. En un mitin en mayo en Allariz, Quintana quiso convencer a su parroquia de que el motivo de traer la Vuelta era "para que rabien los del PP". Gran argumento que podría llevar a los del Bloque a hacerse españolistas con tal de fastidiar a los de Rajoy. Pero lo grotesco de este caso no quita la intencionalidad política. La pretensión de suprimir, censurar y eliminar la realidad española de Galicia cueste lo que cueste. Ni debe hacer olvidar que los socialistas callan y otorgan. No se han enterado aún los de Touriño que el PSOE va a recuperar la E de aquí a las generales. Y ni un segundo más.