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Cristina Losada

La heroica resistencia antifranquista de Cataluña

De la resistencia contra la dictadura en Cataluña dan testimonio los multitudinarios recibimientos tributados al Caudillo en sus visitas allí.

De la resistencia contra la dictadura en Cataluña dan testimonio los multitudinarios recibimientos tributados al Caudillo en sus visitas allí.

El narcisismo nacionalista ha colocado en la declaración soberanista del Parlamento catalán varias perlas de ficción histórica, pero hay una que sobresale por su audacia. Pues no se refiere a épocas remotas, sino a hechos que sucedieron en tiempos de los padres, abuelos o bisabuelos de quienes aprobaron el texto. "La dictadura [de Franco] contó con una resistencia activa del pueblo y del Gobierno de Cataluña", proclama el escrito con orgullo y contra toda evidencia. Porque la evidencia muestra que en Cataluña hubo tanta resistencia a la dictadura franquista como en el resto de España: una resistencia limitada a unos pocos, comunistas en su mayoría, mientras el grueso de la población se repartía entre la adhesión activa y la adhesión pasiva, aquella de la popular doctrina de "no meterse en políticas", que era, además, la que decía seguir el propio Franco.

Ya puestos, bien podemos decir que la heroica resistencia antifranquista en Cataluña se inició el 26 de enero de 1939, cuando las tropas de Yagüe y Solchaga tomaron Barcelona sin encontrarla –la resistencia– y fueron recibidas con alborozo por una población encantada de librarse de los frentepopulistas. Por supuesto, los catalanistas de la Lliga habían dado su respaldo y lo que fuera menester al golpe de Franco. Pero nótese que Madrid resistió durante tres años los embates del ejército sublevado y Barcelona no aguantó tres minutos; que los franquistas pasaron la guerra intentando tomar la capital española y Cataluña cayó en unas seis semanas. Esta diferencia a la hora de resistir es digna de destacarse sólo por el motivo de que el cliché nacionalista presenta a Madrit como la ciudad facha por antonomasia, en contraste con una Cataluña, ya se sabe, siempre antifascista y democrática.

Del antifascismo y la resistencia contra la dictadura en Cataluña dan testimonio, por ejemplo, los multitudinarios recibimientos tributados al Caudillo en sus visitas allí. La evidencia está hoy al alcance de un clic en las hemerotecas y en los reportajes gráficos. Y no, no es fácil deducir del entusiasmo de la gente ante la presencia del dictador, que a duras penas contenían los grises, que hubiera en Cataluña una masiva resistencia a aquel régimen. La última visita de Franco a Barcelona tuvo lugar en fecha tan tardofranquista como 1970. Fue cinco años antes de su muerte. Podemos datar, así, la resistencia activa del pueblo de Cataluña a la dictadura. Con las minoritarias excepciones dichas, puede decirse que, entre el 26 de enero de 1939 y el 20 de noviembre de 1975, no existió. Como en el resto de España.

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