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Cristina Losada

La estafa intelectual a cuenta del artículo 135

Lo que pone en riesgo el Estado del Bienestar es pasar del principio del equilibrio presupuestario.

Lo que pone en riesgo el Estado del Bienestar es pasar del principio del equilibrio presupuestario.

La lista de culpables de la crisis y sus daños, que es una lista corta regida por el criterio de que siempre son los otros, adquirió nuevos visos surrealistas en el Congreso cuando varios grupos, el PSOE entre ellos, se empeñaron hace un par de días en añadirle el artículo 135 de la Constitución. Lo lamentable del asunto no procede tanto de que Pedro Sánchez quisiera rectificar una iniciativa de su partido, aunque con esta sea ya la segunda vez que el nuevo dirigente rompe un compromiso adquirido. La primera, recuérdese, fue cuando ordenó votar contra el candidato del Partido Popular Europeo a la presidencia de la Comisión, pese a la existencia de un acuerdo previo con el grupo socialista.

La consecuencia más deplorable de esa sesión del Congreso, en la que se votaba una propuesta de Izquierda Plural, es que se ha agregado una falsedad, una más, a las que corren acerca de la crisis y su gestión. Como si no bastaran las que se han ido acumulando, al punto de que hoy la visión de la crisis que semeja dominante está más alejada de la realidad que unos años atrás. Con el paso del tiempo (aunque no por ello) se ha ido despegando más y más del suelo.

Especialmente ofensivo en la sesión fue que la estafa intelectual a cuenta del 135 la perpetraran políticos con formación en Economía, como Alberto Garzón, de IU, y, de un modo auxiliar, el propio Sánchez. Estos y otros portavoces que es mejor omitir por caridad presentaron de tal manera la reforma de aquel artículo que quienes les creyeran pensarán que sin ella no se hubieran hecho recortes en nada, y que España habría podido surfear alegremente el tsunami de la crisis de no ser por la absurda decisión de someterse a los mercados que se plasmó en ella.

En realidad, ni el nuevo artículo 135 provocó o amparó los recortes; ni obliga al déficit cero, puesto que se refiere al déficit estructural, que no es lo mismo; ni supone gran novedad respecto a la deuda, cuyo impago ya impedía la Constitución, y que es una deuda por cierto que no ha cesado de aumentar desde aquella reforma (aunque no por ella). El nuevo redactado del artículo era, ni más ni menos, un gesto: un gesto mediante el cual España enfatizaba, en un momento de serias dudas acerca de su solvencia, que estaba dispuesta a pagar la deuda en la que incurriera.

De hecho, lo único que hizo el Gobierno entonces, el de Zapatero, con el apoyo del PP, fue anticiparse al pacto fiscal de la UE, que se firmó unos meses después. Ese pacto incluía el compromiso de introducir sus reglas en las Constituciones nacionales o en otras partes de la legislación. En cualquier caso, salvo que España no suscribiera el pacto, y no parece que fuera lo más aconsejable entonces, esas reglas iban a formar parte de nuestra legislación.

Sánchez ha aclarado, por así decirlo, que él no quiere suprimir el principio consagrado en el 135, sino compensarlo con el blindaje del Estado del Bienestar en la Constitución. Le respondían en un artículo, firmado entre otros por el exministro del PSOE Miguel Sebastián, con estas palabras: "El Estado del Bienestar se desmoronará en el momento en que no podamos pagarlo". Es decir, lo que pone en riesgo el Estado del Bienestar es pasar del principio del equilibrio presupuestario. Pero si Sánchez es partidario de mantenerlo, ¿por qué votó la propuesta de Izquierda Plural? Ah, la respuesta está en los sondeos. Mucho me temo, sin embargo, que lo que pone en riesgo al PSOE es que trate de contrarrestar los mordiscos del populismo alimentando una y otra vez a la criatura.

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