En 1946 George Orwell publicó el ensayo La política y el idioma inglés. Analizaba varios pasajes y encontraba, además de una "fealdad evitable", imágenes trilladas –"un basurero de metáforas gastadas"– y una falta de precisión. "Esta mezcla de vaguedad y clara incompetencia es la característica de la prensa inglesa moderna y en particular de toda clase de escritos políticos". De cuanto descubría Orwell en los textos de su tiempo hay mucho y más, en promiscua confusión, en un escrito de pretensiones políticas que firman el exjuez Garzón, el rector Carrillo, la viuda del Nobel Saramago y otros doce apóstoles de una izquierda en busca del tiempo perdido, pero sin madalena, sin brújula y sin gramática.
La "Carta abierta a la Conferencia Política del PSOE" tiene más de un problema con los verbos. Quiere, por ejemplo, "elaborar los cambios" y responder "a los nuevos retos y desafíos que nos demanda la ciudadanía". ¿Desde cuándo se demandan los retos? ¿Se elaboran los cambios como se elabora la cerveza? Otros prodigios hay, como ése de que muchos “están sufriendo con crueldad la devastación del gobierno de Rajoy”, que encadena, al modo de la escritura automática, un par de desafíos al sentido. Leyendo tales cosas, uno se hace más consciente de que la reforma educativa, si llega, llega muy tarde.
La incompetencia, claro, no se manifiesta sólo en el lenguaje, sino también necesariamente en las ideas. La cofradía de Garzón, que el exjuez ha de ser el líder espiritual, pues hay indicios de que ambiciona sitio en alguna lista, se ofrece al PSOE para echar al PP del Gobierno. Bien, es el propósito de cualquier oposición que se precie. Nada hay ahí de extraordinario, salvo por esto:
Nuestro objetivo es la derrota de la derecha que está aprovechando la crisis para empujar al desempleo y a la marginación a amplias capas de la sociedad.
Entonces, queridos, no hace falta que hagáis nada. La derecha, con ese afán por empujar a la gente al paro, se estará cavando su propia tumba. Es difícil que un gobierno salga reelegido con un desempleo masivo en su cuenta de resultados. De ahí que los gobiernos traten de que aumente el empleo y disminuya el paro. Tan es así que la derecha, con Aznar al mando, en lugar de echar a todo quisque al paro y al subsidio, logró que se crearan cinco millones de puestos de trabajo. Qué rara es esta derecha. De pronto le conviene que haya trabajadores, cotizantes y consumidores, y de pronto le interesa tener un ejército de parados.
Por lo demás, el manifiesto garzonita propone abrir una etapa nueva, un nuevo tiempo, una nueva política, una nueva forma de hacerla, un nuevo modelo. Estas grandes y ruidosas novedades surcan la carta cual cascarones vacíos. ¡Igual se les ocurre algo más adelante! Si el PSOE tiene que arar con estos bueyes, yo no le arriendo la ganancia.