La fundación que preside José María Aznar ha contraído una deuda con socialistas y nacionalistas galaicos. Es muy posible que nadie, incluidos los militantes y cuadros del Partido Popular, le haya prestado nunca tanta atención a la FAES como los sagaces dirigentes de los dos partidos recientemente derrotados. Están haciendo un gran trabajo. De seguir así, lograrán que el think tank del PP llegue a ser tan conocido en Galicia como el presentador del programa de variedades más longevo de la tele autonómica. Toda una proeza si se considera que esos semilleros de ideas no suelen disponer siquiera de los quince minutos de fama.
Gracias al tenaz esfuerzo del PSdG y el BNG, la fundación del PP está obteniendo, gratis total, una publicidad impagable. Su nombre está en boca de todos. Resuena día sí, día no en el parlamento y aparece con envidiable frecuencia en periódicos, tertulias y debates. Y esa notoriedad se la debe FAES a un artículo que publicó del filólogo gallego Andrés Freire. La pieza se ha convertido en argumento principal de la oposición, un destino del que pueden vanagloriarse pocos articulistas. Cosa distinta, claro, es que vaya a ser leída. No quieren eso las huestes del difunto bipartito. Y para evitarlo han hecho una labor propia de un Reader’s Digest de factura staliniana. El texto de Freire es paseado por el escenario político y mediático como un artículo "contra el gallego", un "ataque al gallego", "las tesis antigallegas de FAES" y hasta ha dado pie a que se alumbrara una equiparación de FAES con ETA.
Como es costumbre, el autor ha gozado de un derecho de réplica tan limitado como ilimitadas han sido las distorsiones que se han hecho de su pieza. Los guardianes de las esencias han de preservar la irracional tiniebla para cultivar el hongo del victimismo. Su objetivo no es, qué tontería, debatir ni rebatir, sino hacer de FAES el sacaúntos con el que se asusta a los niños gallegos. Y en esa tarea han encontrado un aliado en el propio gobierno de Feijóo, que incapaz de hacer frente a la presión, ha optado por ceder a ella. Su consejero de Educación, Jesús Vázquez, respondía días atrás a la pregunta de un socialista sobre el ya célebre artículo, que él y su departamento no comparten "manifestaciones a título personal contra el gallego". Qué arrojo intelectual, qué valentía. Pero, sobre todo, qué sumisa aceptación de las falacias del adversario. Los hay que se entregan atados.