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Clifford D. May

Un yihadista que se queja

El número de musulmanes cuya muerte ha causado Al-Qaeda durante años en Kenya, Afganistán, Irak, Arabia Saudí, Argelia o Pakistán es muchísimo mayor que el número de personas muertas por Israel en Palestina y países vecinos durante 60 años.

En el siglo XX, los comunistas emprendieron una lucha buscando dominar el mundo pero sufrieron problemas dentro de sus propias filas por asuntos de estrategia, ideología y doctrina. Los bolcheviques lucharon contra los mencheviques; Stalin peleó con Trotsky (Stalin se quedó con la última palabra: a Trotsky le clavaron un picahielo en el cráneo) y los maoístas rompieron con el Kremlin.

En la actualidad una nueva casta de totalitarios está librando una lucha global cuyos objetivos no son el establecimiento de una dictadura internacional del proletariado, sino de Dar al-Islam, un mundo gobernado por musulmanes. Entre estos autodenominados yihadistas también hay conflictos respecto a la estrategia, ideología y doctrina a seguir.

Sayyid Imam al-Sharif –también conocido por el nombre de guerra "Dr. Fadl"– puede que sea el islamista más influyente del que usted jamás haya oído hablar. El periódico británico The Telegraph señala que el doctor era "parte del pequeño círculo que fundó Al-Qaeda en 1988 en las etapas finales de la guerra contra la ocupación soviética de Afganistán". Él fue el líder de una insurgencia contra Egipto y dio con sus huesos en la cárcel de Tora, al sur del Cairo, lugar donde ha pasado sus días meditando y escribiendo.

En 2007, Fadl publicó El Documento de Guía Correcta para la Actividad de la Yihad en Egipto y en el Mundo. En un informe profundo, Daniel Lav, del incomparable Instituto MEMRI, resume la "guía" del Dr. Fadl con estas palabras: el movimiento yihadista se ha "alejado de la práctica correcta de la yihad que prescribe la ley islámica".

Eso atrajo la furibunda respuesta de Ayman al-Zawahiri, ex discípulo del Dr. Fadl y ahora lugarteniente de Osama bin Laden. Al-Zawahiri escribió Un Tratado que Exonera a la Nación de la Pluma y la Espada de la Mancha de la Acusación de Debilidad y Fatiga en el que aduce que la CIA y los torturadores judíos habían forzado al Dr. Fadl para que criticara a Al-Qaeda. Al-Zawahiri también disputa la opinión del Dr. Fadl acerca de que el movimiento yihadista esté militar y financieramente poco preparado para librar una guerra con vistas a triunfar sobre Occidente.

Ahora el Dr. Fadl le ha contestado con un nuevo libro: Exponiendo la Exoneración. En éste, Fadl llega a una conclusión que no lo haría muy popular en las fiestas de Hollywood. "Cada gota de sangre derramada o que se está derramando en Afganistán e Irak es responsabilidad de bin Laden, al-Zawahiri y sus seguidores", escribe Fadl. "¿No fue Al-Qaeda la que encendió la mecha de la sectaria guerra civil en Irak, con [las acciones del comandante de Al-Qaeda en Irak] Abu Musab al-Zarqawi el cual mató chiítas en masa? ¿Puede esperarse que la mentalidad que causó la pérdida de un Estado islámico que en realidad existió, el Afganistán de los talibanes, establezca un Estado islámico en Irak, en la vida real y no sólo en internet? ¿Es que los pueblos islámicos se han convertido en conejillos de Indias con los que bin Laden y al-Zawahiri ensayan su pasatiempo y deporte favorito que es matar en masa?".

El Dr. Fadl también ve mal los ataques del 11 de septiembre de 2001. "Embestir a Estados Unidos se ha convertido en el camino más corto para lograr la fama y el liderazgo entre árabes y musulmanes", observa Fadl. "Cruzar el océano para ir a casa del enemigo y destruir algunos de sus edificios para que a modo de represalia destruya el Estado talibán –y luego decir que se es un yihadista (mujahid)– es algo que solamente haría un idiota".

Quizá más asombroso aún, el Dr.Fadl demuestra que él no es del tipo que piensa que el fin justifica los medios. Él cree que las leyes islámicas son aplicables incluso a aquellos que eventualmente pudieran llegar a ser líderes islámicos. Por ejemplo, él critica a los musulmanes que se trasladan a Occidente y después levantan sus armas contra sus anfitriones. "Si los occidentales les concedieron el permiso a los musulmanes para entrar a sus hogares y vivir con ellos, y si ellos les facilitaron la protección del dinero y de la seguridad personal, y si los occidentales les dieron la oportunidad de trabajar o de estudiar, o les concedieron el asilo político, no es honorable traicionarlos con matanzas y destrucción", escribe Fadl.

Lav señala que el Dr. Fadl ha desafiado a al-Zawahiri a algo así como un duelo islámico, "un intercambio ritual de maldiciones (mubahala) en la que cada lado invoca la maldición de Alá sobre el bando que esté mintiendo". Y para más inri, Fadl le dice que "algunos pagan dinero para alcanzar la fama, para publicitarse o hacerle propaganda a su producto, pero al-Zawahari costea su fama en los medios con la sangre y la vida de sus hermanos y los lleva a desperdiciar su vida en la cárcel".

Según el Dr. Fadl, la interpretación de Al-Qaeda sobre la sharia no es sólo incorrecta, sino que es "la escuela criminal de un credo". Por ejemplo, él sostiene que la jurisprudencia islámica no otorga permiso ilimitado para usar escudos humanos ni autoriza la matanza indiscriminada de no combatientes".

"El número de musulmanes cuya muerte ha causado Al-Qaeda durante años en Kenya, Afganistán, Irak, Arabia Saudí, Argelia, Pakistán y otros lugares es muchísimo mayor que el número de personas muertas o despojadas por Israel en Palestina y países vecinos durante 60 años", afirma Fadl. "Por tanto, decir que Al-Qaeda defiende a los musulmanes es un cuentazo". En su feroz crítica contra los líderes de Al-Qaeda por acusar de servidor de "cruzados y sionistas" (es decir, de cristianos y judíos) a cualquier musulmán que no esté de acuerdo con su organización terrorista, el Dr. Fadl llega tan lejos como para insinuar que los líderes mismos de Al-Qaeda son apóstatas por reivindicar para sí mismos la autoridad que solamente pertenece a Alá: "Alabado sea Alá que dice que las desgracias de los musulmanes son culpa de ellos mismos mientras que bin Laden y al-Zawahiri dicen que es culpa de Estados Unidos. Dejen que los musulmanes decidan a quién quieren seguir: ¿a Alá o a bin Laden y al-Zawahiri?". 

Para concluir, el Dr. Fadl nos da lo que podría ser un importante elemento para comprender cómo debemos luchar esta guerra. Él dice que siempre que los infieles derrotan a los musulmanes, allí sólo puede haber una explicación: Alá lo ha permitido como castigo para que los musulmanes paguen por sus pecados. Digno de recordar la próxima vez que alguien diga que ganar batallas no nos lleva a ningún lado y que solamente convierte en mártires a los militantes.

©2009 Scripps Howard News Service
©2009 Traducido por Miryam Lindberg

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