Cuando las cosas van mal uno tiende a pensar que se ha tocado fondo y ya no pueden ir a peor. La última remodelación del Gobierno demuestra que incluso un mal Ejecutivo puede ser reemplazado por otro notoriamente inferior. El acusado perfil político del nuevo Gabinete es una indicación de que el presidente Rodríguez Zapatero está dispuesto a realizar todo tipo de cambalaches con el propósito de mantenerse en el poder. En un artículo anterior anuncié que el Gobierno iba a decantarse por volver a pactar con los nacionalistas catalanes en lugar de hacerlo con el PP, como ha hecho en el País Vasco, para salvar esta legislatura. Si la VIII legislatura fue la de reformas estatutarias a la carta, está legislatura promete ser la de la deconstrucción de lo que queda del Estado de las Autonomías.
En una cartera clave, el Ministerio de Economía y Hacienda, el presidente ha reemplazado al Sr. Solbes, un funcionario conservador y consciente de que hay restricciones presupuestarias, por la persona menos cualificada que ha estado al frente del Ministerio de Economía y Hacienda desde hace décadas. Se especula con que el Sr. Rodríguez Zapatero y algún consejero áulico van a llevar personalmente la política económica y la Sra. Salgado va a ser la mera ejecutora de sus decisiones. Lo cierto es que el curriculum de la nueva ministra no resiste la comparación con ninguno de los ministros (los Sres. Boyer, Solchaga, Solbes, Rato y Montoro y Solbes) que ocuparon esta cartera en las últimas décadas. Hasta el momento ha sido incapaz de decirnos qué piensa hacer para evitar nuevos casos como el de la Caja Castilla-La Mancha o cuáles son sus ideas para cambiar el modelo de financiación de las Comunidades Autónomas.
De lo que sí hemos tenido noticias es de las concesiones que se van haciendo a los nacionalistas catalanes. El día 25 de marzo los medios daban la noticia de que la Sra. Salgado, todavía ministra de Administraciones Públicas, había acordado otorgar a Cataluña 800,13 millones de euros adicionales para inversiones en infraestructuras a añadir a los 4.006 millones ya incluidos en los presupuestos. La noticia pasó desapercibida porque aquí los millones de los contribuyentes se manejan y cambian de manos con una facilidad pasmosa. Pero había buenas razones para fijarse en la singular noticia, pues la Sra. Salgado ni era ministra de Fomento, competente para decidir el destino de los fondos destinados a inversiones en infraestructuras, ni tampoco ministro de Economía para cambiar tan sustancialmente las cifras aprobadas en los presupuestos. Como mucho la ministra de Administraciones Pública podría haber concluido algún acuerdo en materia de transferencia de competencias a la Generalitat, tras acordarlo previamente con los titulares de los ministerios responsables de las mismas. ¿Se trataba esta nueva concesión de un anticipo de lo que nos espera? Me temo que sí.
Poco después, el vicepresidente tercero (tal vez en la próxima remodelación el Sr. Zapatero nos sorprenda creando una cuarta y hasta una quinta vicepresidencia y traspasando las competencias de Deportes a la ministra de Innovación y Ciencia) pasó por el Palacio de la Generalitat donde recibió el abrazo del Sr. Montilla. No sabemos si el Sr. Chaves llevaba cartera (los ministros creo que no usan esa antigualla), pero a buen seguro que el president intentó palpársela. Dos días antes de la reunión, el martes 21 de abril, La Vanguardia incluía en su portada el siguiente titular: El PSC recibe a Chaves con avisos de inestabilidad. Y aclaraba que "los socialistas catalanes aseguran que los gobiernos español y catalán peligran".
Hasta ahí han llegado los amagos. Pero la sangre tampoco llegará al río en esta ocasión. El Sr. Montilla sabe que, sin la cúpula del PSOE haciendo campaña en Cataluña, el PSC se diluiría en muy poco tiempo y los ultranacionalistas que están en sus filas (Maragall, Iceta, Castells, Obiols, etc.) pronto encontrarían acomodo en la casa grande de CiU. Por su parte, el Sr. Rodríguez Zapatero es un político sin convicciones firmes, más predispuesto a acomodarse al chantaje del partido "amigo" que a adoptar la valiente decisión de implantar el PSOE en Cataluña, como hizo el PP en circunstancias similares en Navarra tras el plante de UPN.
De lo que podemos estar seguros es de que el cambio de Gobierno no va a servir para agilizar la puesta en marcha de sus planes económicos –la excusa que esgrimió el Sr. Rodríguez Zapatero para desembarazarse de algunos ministros vetados por los nacionalistas catalanes– pero sí para desatascar el contencioso con el PSC y aproximar posiciones con ERC, BNG y CiU en el Congreso. No ha sido necesario esperar mucho para constatarlo. El Sr. Chaves se estrenó como vicepresidente en su visita a Barcelona calificando de insuficiente la propuesta del Sr. Solbes de poner entre 7.000 y 8.000 millones adicionales sobre la mesa para repartirlos entre las autonomías. ¿Por qué el Sr. Solbes se resistía a aumentar esa cifra? ¿De dónde saldrá el dinero adicional? ¿Aumentando la deuda pública? ¿Es éste el nuevo modelo de economía sostenible que ahora propugna el Sr. Rodríguez Zapatero?
También reconoció el Sr. Chaves en su visita a Cataluña que esta Comunidad no recibe un trato justo, comprando el argumento de que siendo Cataluña una de las autonomías que más contribuye al fisco no puede acabar recibiendo una financiación per capita inferior a la media. Se trata de una gran falacia pero, de tanto repetirla, suena a verdad y estoy convencido de que si se preguntara a los ciudadanos residentes en Cataluña si el Estado los trata peor que a los ciudadanos de otras Comunidades Autónomas, la mayoría de ellos asentiría.
En primer lugar, la idea de que "Cataluña aporta más" es el resultado de una burda manipulación de la estadística impositiva que atribuye a Cataluña los impuestos que gravan las transacciones realizadas en Cataluña o las rentas de las personas físicas o jurídicas con residencia fiscal en Cataluña. Debería ser obvio que el impuesto de sociedades devengado por empresas con residencia fiscal en Cataluña no grava a Cataluña sino a los accionistas de esas empresas. Igualmente, los impuestos ingresados por personas físicas residentes en Cataluña pueden tener su origen en actividades económicas desarrolladas fuera de Cataluña. Tampoco la recaudación proveniente de los impuestos sobre los productos (IVA, gasolina o alcohol) recae sobre los ciudadanos que residen en Cataluña, sino en buena parte sobre los millones de residentes en otras Comunidades Autónomas y Estados que visitan Cataluña y de aquellos que adquieren bienes y servicios facturados en Cataluña. ¿Qué sentido tiene pues decir que Cataluña paga tanto o cuanto? Ningún economista serio se atreve a decir una tontería semejante salvo los que están en nómina de la Generalitat de Cataluña o de los partidos nacionalistas.
En segundo lugar, resulta una falacia decir que el Gobierno de la Generalitat está peor financiado que los de otras regiones. Empleando las cifras que proporciona el Ministerio de Economía y Hacienda sobre los presupuestos consolidados de las Comunidades Autónomas en 2008 y las cifras del padrón del INE referidas al 1 de enero de 2008 se puede comprobar que el gasto por habitante de la Generalitat en 2008 fue de 3.902 €, una cifra 5 euros superior a 3.897 €, el gasto por habitante en Andalucía, y claramente superior a los 3.027 € presupuestados por habitante en la Comunidad de Madrid. Por tanto, si los servicios que reciben los catalanes fueron peores en 2008 que los que recibieron los andaluces o madrileños, la conclusión a extraer sería que la Generalitat administró peor el abultado presupuesto (28.737,6 millones de euros) que maneja.
Falacias o no, de lo que podemos estar seguros es de que el Sr. Rodríguez Zapatero va a cometer disparates irreparables en materia de financiación autonómica para salvar una legislatura que promete ser aciaga para el futuro de los españoles. Viendo las cosas que ha estado haciendo en las últimas semanas, pronostico que el nuevo modelo de financiación (después de un parto de sesenta y tantos meses) va a ser tan inconsistente y precario como los planes que presentó a bombo y platillo en el Debate del Estado de la Nación para estimular la demanda privada de automóviles, eliminar la desgravación por compra de vivienda o reducir en 5 puntos el tipo del impuesto de sociedades en determinadas circunstancias. Al paso que va, lo veremos al año que viene remando en el Támesis, junto a Adríá, Aduriz y compañía, tras serle concedido el primer premio al mejor deconstructor de Estados de todo el planeta. ¿Qué será del ya tan debilitado Estado de las Autonomías? Me temo que el presidente del Gobierno está a punto de darle la puntilla para alumbrar una nueva era: la de España sin autonomía.