Arnaldo Otegui, el "hombre de paz", como así lo calificó Zapatero en febrero de 2007 cuando estaba en marcha su proceso de negociación política con ETA, saldrá este martes de la cárcel de Logroño donde ha estado seis años y cuatro meses, cumpliendo condena por intentar reconstruir la denominada izquierda abertzale tras la ilegalización que sufrió en aplicación de la ley de partidos.
Lo primero que hará Otegui al dejar la cárcel será hacer una declaración pública a doscientos metros de la prisión, en el mismo lugar donde tenían lugar hace veinte años las concentraciones para pedir la liberación por parte de ETA del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara que, ¡oh paradojas de la vida!, trabajaba precisamente en esa prisión de la capital de la Rioja.
Posteriormente, Otegui se integrará en una caravana, me imagino que con banda de música y txistularis incluidos, con destino a su localidad natal de Elgoibar donde se le ha preparado un recibimiento en la plaza del pueblo. Pero la traca final tendrá lugar el próximo sábado con un acto homenaje en el velódromo de Anoeta de San Sebastián, un lugar mítico para el mundo de ETA, que siempre ha constituido un buen termómetro de su fuerza y capacidad de convocatoria.
La izquierda abertzale tiene puesta todas sus esperanzas en Otegui. Con unas elecciones vascas en el horizonte cercano –tocaría celebrarlas en octubre, pero el lehendakari Urkullu y su partido, el PNV, están planteándose seriamente adelantarlas a esta primavera-; con una fuerte irrupción en el País Vasco de Podemos: en las elecciones generales del pasado 20-D fue la primera fuerza política en votos en la Comunidad Autónoma Vasca, el mundo de ETA ve en Otegui una especie de tabla de salvación, sobre todo ante la presencia de los podemitas.
Una reciente encuesta electoral del Gobierno Vasco daba al PNV 24 escaños de los 75 que conforman el Parlamento Vasco; Podemos obtenía 18, Bildu 15, PSE 9, PP 8 y Ciudadanos 1. Con Otegui de candidato a lehendakari en las próximas elecciones vascas, es muy probable que la correlación de fuerzas entre Bildu y Podemos se invirtiera en favor de los primeros, pero en cualquier caso, entre ambas formaciones políticas podrían constituir un potente frente para desalojar al PNV de Ajuria-Enea y situar al "hombre de paz" al frente del Gobierno Vasco. Las esperanzas del partido de Urkullu radican en aguantar el tirón electoral del tándem Bildu-Podemos y en contar con el apoyo de los socialistas vascos para reeditar, si fuera necesario, los gobiernos de coalición que ya formaron a mitad de la década de los años 80 cuando el PNV sufrió la escisión de la que nació Eusko Alkartasuna.
Esta necesidad que en un futuro inmediato podría tener el PNV del PSE explicaría la excelente predisposición que los nacionalistas vascos han mostrado en las negociaciones que han mantenido en el último mes con el PSOE para apoyar la investidura de Pedro Sánchez.
Más allá de los réditos electorales que a la izquierda abertzale le puede reportar la salida de prisión de Otegui, lo que se pone de manifiesto es que el proyecto político de ETA sigue vivo y que recupera para su ejecución a una pieza clave, porque su capacidad de liderazgo en ese mundo es indudable.
Por eso, tanto el ministro del Interior en funciones, Jorge Fernández, o el que fuera muñidor de la negociación de Zapatero con ETA, Alfredo Pérez Rubalcaba, o los medios de comunicación que no dejan de decir que la banda terrorista ha sido derrotada por la democracia, por el Estado de Derecho, deberían estar muy atentos a lo que va a suceder en la izquierda abertzale y en la política vasca tras la salida de prisión de ese "hombre de paz", de ese ex –miembro del comando "Moreno Bergareche" de ETA P-M, que es Arnaldo Otegui, alias "el gordo".