No soy fan de Susana Díaz, no soy de los que piensan que la socialista andaluza es algo así como la sublimación de las esencias de la política, como algunos parecían creer o querernos hacer creer cuando llegó a la presidencia de Andalucía.
Sin embargo, sí hay que reconocerle a Díaz cierto instinto político, cierta visión que tampoco es que sea la más aguda de Occidente, pero que en el erial intelectual en el que se ha convertido el PSOE la hace destacar por encima de prácticamente todos sus compañeros de partido.
Creo que su pacto con Ciudadanos es la mejor prueba de esta capacidad por encima de la media, una media que no ha dado más que para buscar apoyos a la izquierda, a cualquier precio y con quien fuera, enfangando al PSOE con los que son no sólo sus rivales sino sus enemigos: los que están comiéndole a marchas forzadas su base electoral e incluso le han dado el sorpasso en lugares tan emblemáticos como Madrid, Barcelona, Valencia o Zaragoza.
Susana, en cambio, ha preferido darle calabazas a la lozana Teresa Rodríguez y acercarse a Ciudadanos. Es un pacto mucho más interesante: en lugar de llevar al PSOE hacia la extrema izquierda, lo acerca al centro y evita dar protagonismo político a Podemos, que es quien quiere disputarle algo que hasta ahora los socialistas han tenido siempre garantizado: el liderazgo de la izquierda.
Ciudadanos, por el contrario, está en otra pelea, su enemigo no es el PSOE y ni siquiera el grueso de sus votantes viene de allí, aunque sí quite votos a los socialistas. Por otro lado, además, los de Rivera parecen un socio de gobierno mucho más confortable que el partido radical y asambleario de Iglesias y los suyos, y con las ganas de firmar que se le notaban a Juan Marín, se diría que el pacto no ha tenido un coste muy alto.
Susana Díaz, en resumidas cuentas, ha demostrado tener mucha más inteligencia política y mucho más liderazgo que Pedro Sánchez, y esa es una de las conclusiones más destacadas que vamos a sacar de estos agitados meses políticos. Si el PSOE resiste el envite de Podemos no va a ser gracias a la fortaleza de pívot de su secretario general, sino a la astucia más ratonera de la presidenta andaluza.