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Carmelo Jordá

Son rojos, tienen carta blanca

Si el 'trincaor' es un esforzado 'defensor de la clase trabajadora', el silencio se abate sobre el panorama mediático como el humo falso de los conciertos.

Si el 'trincaor' es un esforzado 'defensor de la clase trabajadora', el silencio se abate sobre el panorama mediático como el humo falso de los conciertos.

Publica Libertad Digital este miércoles una interesantísima exclusiva sobre el máximo representante de uno de los dos sindicatos verticales en la comunidad autónoma más poblada de España.

Resulta que, como la mayoría de ustedes ya sabrán, Francisco Fernández Sevilla, secretario general de UGT Andalucía, ha pasado al menos año y medio generándose un bonito sobresueldo en el sindicato por el disimulado método de pasar unos gastos que era evidente que no hacía.

La broma, sumando distintos conceptos, suponía que el sindicalista se llevaba pa la saca todos los meses alrededor de 1.900 euros, aparentemente de un color similar al de Mobutu N'Gue, aquel personaje de Les Luthiers "cuya piel era tan oscura que en su aldea africana todos le llamaban el Negro".

Así que tenemos un caso de sobresueldo y de probable fraude fiscal, y todo con mi dinero y el de ustedes, porque ya sabemos todos de dónde sale el oro en el que parecen nadar las dos grandes centrales, y verticales, sindicales: de nuestros bolsillos, que si fuera de las cuotas aquí iban a estar nuestros queridos sindicalistas.

El trinque está a la altura de otras cosas que se denuncian como tal en letra gruesa y primera plana de algunos periódicos, pero miren ustedes por dónde, a estas alturas prácticamente nadie se ha hecho eco, al menos en los medios digitales, de la chorizada ugetista.

Ahora imaginen por un momento los titulares, los boletines, el rasgado de vestiduras, el llanto y crujir de dientes a los que estaríamos asistiendo… si el pillado fuese, pongamos por caso, un diputado del PP. Vamos, que casi me parece oír la noticia abriendo un informativo en la SER y a Gabilondo dedicándole una homilía.

Sin embargo, si, como es el caso, el trincaor es un esforzado defensor de la clase trabajadora, el silencio se abate sobre el panorama mediático como el humo falso de los conciertos, que no se sabe de dónde sale pero lo tapa todo. Y no digamos ya en regiones que llevan décadas disfrutando del progreso que trae el PSOE.

Si el trincaor es de los nuestros, es decir, de los suyos, aquí no abre la boca ni el tato, al menos hasta que ni la más clamorosa omertá pueda ocultar el corrupto elefante en el pasillo. Dicho de otro modo: si es rojo, tiene carta blanca, que los pobres trabajan para el pueblo; y, al fin y al cabo, ¿quién más Pueblo que ellos?

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