Menú
Carmelo Jordá

Las colaus y las huelgas

Hacer huelga en el metro en los días en que se celebra el WMC es miserable, es romper la baraja, negociar con la pistola encima de la mesa.

En este bendito país en cuanto dices algo se te clasifica entre los otros, los de enfrente, ya sean la casta o el grupo que en ese momento más insultante resulte. Así, si criticas a Podemos eres automáticamente del PP –no importa que el tuit inmediatamente anterior fuese un zasca a Mariano- y si criticas al PP te conviertes en podemita en menos que canta un gallo.

Como la actualidad está cada día más esquizofrénica estamos llegando a un punto en el que estos acusadores –los haters, como se les llama ahora- andan tan descontrolados que uno no sabe a qué atenerse: este fin de semana me acusaron de ser de Podemos… ¡por criticar de abuso del derecho de huelga!

Vayamos por partes: he criticado y seguiré criticando a los que usan de la violencia para apuntalar las huelgas –los he visto, no hace falta que me lo cuenten- y también a los que, habitualmente desde puestos privilegiados y semifuncionariales, son capaces de tomar por rehén a toda una ciudad para defender cualquier reivindicación, la que sea, con el matonismo y la desproporción de aquel que está seguro de encontrarse en posesión de la verdad absoluta y, sobre todo, de que jamás perderá su puesto de trabajo.

Hacer huelga en el metro en los días en que una ciudad celebra un acontecimiento como el WMC es miserable, es romper la baraja, negociar con la pistola encima de la mesa. Defiendo y defenderé que los que hacen tal cosa no merecen ser trabajadores de Metro, por que no es que sean capaces de hacer cualquier cosa por dañar su empresa –que hasta dónde yo sé les paga religiosamente las nóminas todos los meses- sino que en el camino son capaces de llevarse por delante a su ciudad y tomar por rehén a sus clientes, los pobres ciudadanos, a los que en el colmo grotesco de la hipocresía encima les piden solidaridad.

La huelga es un derecho y supongo la huelga de estos días es legal, pero para mí pierde completamente la razón quién negocia desde un nivel de presión que sólo puede ser considerado coacción. ¿Qué dirían estos solidarios profesionales si la empresa hiciese frente a su órdago doblando la apuesta, por ejemplo, con despidos masivos?

Por el otro lado, líbreme Dios de defender a los que han jugado con estas cosas, las han alimentado y ahora ven que les estallan en las manos: la infame huelga no es culpa de Colau, pero sí que es culpa de los y las colaus de este país haber llegado a este punto en el que cualquier cosa con la vitola de ser "social", de "los trabajadores" o de “la gente” encuentra justificación inmediata y, en lugar de ser criticada, es puesta como ejemplo.

Este punto en el que si eres parte de esa ignota "mayoría social" tan minoritaria tienes la excusa perfecta para no tener más que derechos y ningún deber, obligación, empatía o respeto por la empresa que te paga o los ciudadanos que sufragan esos sueldos con sus billetes y sus impuestos.

No, los trabajadores no tienen derecho a todo, como tampoco lo tienen los empresarios o los inspectores de Hacienda, esta no es una sociedad de buenos y malos y todos son necesarios para el bienestar de los demás. No hay una lucha de clases por mucho que nos la traten de vender aquellos que quieren aprovecharse de ella para llegar a un poder en el que, justicia poética o no, les estalla en las manos lo que ellos mismos han sembrado

Temas

En España

    0
    comentarios

    Servicios

    • Radarbot
    • Libro
    • Curso
    • Escultura