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Carmelo Jordá

E-books: ¿El futuro es ahora?

El futuro es la aparición en el mercado y su aceptación por los consumidores de un nuevo producto o una tecnología que van a suponer un cambio radical.

Leo en periódicos, blogs, revistas y en prácticamente cualquier cosa escrita que 2009 es el año del despegue de los libros electrónicos. Sin embargo, más allá de los fans de la tecnología o de los que por un tipo u otro de azar nos hemos metido en este mundo, si comentas algo similar sueles encontrar sonrisas displicentes y frases como "es demasiado pronto", "la tecnología no está suficientemente desarrollada" o "puede que sí, pero en un futuro".

Quizá estos pesimistas (u optimistas, depende de la situación de cada uno) tengan razón, pero creo que las señales que nos marca el mercado son bastante inequívocas y van más bien en el otro sentido: el futuro es ahora o, todo lo más, dentro de un par de meses, concretamente para la campaña navideña.

Y eso si limitamos nuestro análisis a la situación española: si miramos el mercado de los Estados Unidos el "futuro" llegó hace ya algún tiempo. Obviamente, no nos estamos refiriendo a un mercado completamente maduro en el que el libro digital ha ocupado un porcentaje elevado de las ventas o sustituido al libro de papel como principal transmisor de textos de cierto tipo: el futuro es la aparición en el mercado y su aceptación por los consumidores de un nuevo producto o una tecnología que van a suponer un cambio radical.

Tomando de nuevo como ejemplo el mundo de la música, una analogía que ya saben ustedes que me gusta para entender algunas cosas de las que están pasando en el mundo de los libros, el "futuro" no llegará cuando las ventas de música por internet superen a las de CDs, sino que llegó cuando fue posible encontrar gran cantidad de música en la red y, además, aparecieron dispositivos que hacían gratificante la experiencia del usuario al escucharla, es decir, con Napster primero y con los iPods más tarde, si me permiten que trace un dibujo con brocha bastante gruesa.

Volviendo la vista a los libros electrónicos, en cuanto a lo primero, disponer de contenidos, ya es una realidad masiva y legal por lo que a textos en inglés se refiere, y nada despreciable por vías alternativas (pero no menos reales) en español.

Y si pensamos en lo segundo, no hay semana en la que no tengamos noticia de un nuevo lector de libros electrónicos o de otra compañía importante que promete lanzar un dispositivo con más funciones y a mejores precios, bien sea una empresa especializada, una cadena de librerías, un fabricante de otros tipos de hardware...

Así que el futuro ha venido y, aunque casi nadie sepa cómo ha sido, lo pertinente es aprovechar el momento para prepararse y afrontarlo con garantías: un cambio tecnológico de esta magnitud no es intrínsecamente bueno o malo para un sector o una compañía, pero sí resultará complicado si en lugar de percibirlo cuando de verdad se está produciendo, aunque la tendencia no sea masiva, se espera a que la nueva tecnología esté en la mitad de los hogares para reaccionar.

Entonces, es probable que sea demasiado tarde: otros nos habrán ganado por la mano.

España tiene una de las principales industrias editoriales del mundo, con empresas muy potentes, un mercado de centenares de millones de consumidores y una larga y prestigiosa tradición. Si sabe cambiar ahora tendrá sin duda un gran futuro, probablemente distinto del presente, desde luego, pero no por ello menos interesante y menos rentable.

Pero si se resiste y no es capaz de vislumbrar los cambios y prepararse para ellos la cosa se pondrá mucho más complicada, y no nos hagan pagar más subvenciones que bastante tenemos con el cine, el carbón, la eólica y los miles de cosas que mantenemos con nuestros impuestos.

Sí, el futuro es ahora y hay que darse prisa para alcanzarlo.

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