A la temprana edad de 97 años, ha muerto René Dumont, ingeniero agrónomo, considerado como el fundador del movimiento ecologista francés. En Francia fue todo un personaje, y los tambores institucionales redoblan quedamente para su entierro. En 1974, Dumont se presentó a las elecciones presidenciales como candidato Verde y obtuvo el 1,32% de los votos. Durante su campaña declaró que si era elegido Presidente, lo primero que haría, sería: 1º) Suprimir los “subsidios familiares” a las parejas con más de dos hijos. 2º) Multiplicar por cinco el precio de la gasolina. 3º) Suprimir las amnistías a las multas de tráfico o aparcamiento. 4º)Aumentar drásticamente esas mismas multas. 5º) Obligación tajante de no comer más de 125 gramos de carne o pescado al día. 6º) Los camiones podrían circular a 120km/h, los coches particulares sólo a 80km/h.
Lees esto y te dices, ese tipo estaba loco, y efectivamente lo estaba, majareta perdido. Pero era un loco simpático, no peligroso, porque no tuvo el menor poder, de no ser así, otro gallo nos hubiera cantado. Dumont formó parte durante años de un equipo de expertos franceses, quienes recorrieron el mundo, sobre todo el tercero, para difundir la excelencia de la planificación económica socialista. Pasaron, como ligera brisa, que se olvida al siguiente amanecer, o como Atila, que no deja ni hierva (ni trigo) tras su paso.
Sin embargo, pese a su delirio apocalíptico, tuvo algún acierto, como cuando denunció, antes que sus compañeros de izquierda, la burocracia castrista, o cuando vio que el continente africano iba a la catástrofe. Claro, las soluciones que proponía, no la hubieran impedido, más bien agravado. Pero él, en todo caso, vivía como un asceta y circulaba en bicicleta, tal era su odio al automóvil. No como su seudo discípula, la ministra Voynet, que circula en coche con chofer y se salta los semáforos y las multas. Otro de sus discípulos, Alain Lipietz, acaba de birlar a Noel Mamére, la candidatura a la candidatura en las próximas presidenciales. Precisemos, pese al poco interés del tema, que este candidato elegido por “sorpresa” en unas primarías de los Verdes, tenía el apoyo de Dominique Voynet y es consejero de Lionel Jospin. Con lo cual, todo atado y bien atado, y nada de malos humores verduzcos.
En la crisis, con tremendos líos, de la compañía de aviación AOL-Air Liberté, si se dice que Swissair se ha retirado prudentemente, nadie dice que lo que ocurre es que la compañía estatal Air France y el ministro comunista de Transportes, Gayssot, quieren liquidar a la competencia. Ya puede Robert Hue, secretario del PCF, insultar a Ernest-Antoine Seilliébre, tenemos, creo que por primera vez, a un patrón de los patronos, inteligente y emprendedor. Claro que defiende a las empresas y a los empresarios, pero sus propuestas de reformas van mucho más allá que el tradicional corporativismo patronal. Buena prueba de ello es que al negarse a que la Seguridad Social subvencionase la obligación burocrática de las 35 horas, ve respaldada su negativa por varios sindicatos de trabajadores. El Gobierno de izquierda plural se va a ver en un aprieto.
Esta ley de las 35 horas obligatorias, sin tener para nada en cuenta la diversidad de los sectores de actividad y ramos profesionales, se está convirtiendo en un aquelarre, porque además resulta carísima. Y el Gobierno quiere ahorrar, a expensas de los enfermos, de los jubilados, de los hospitales ya siniestrados, etc..., para costear su tan cacareada ley. El propio Laurent Fabius, ministro de Economía, una vez más critica implícitamente a su Gobierno, exigiendo adaptaciones para suavizar en lo posible la rigidez burocrática de dicha ley. Incluso partiendo de una idea sensata: la disminución de los horarios de trabajo, teniendo en cuenta que en varios sectores las nuevas tecnologías producen más y se requiere menos tiempo humano, lo hacen tan mal, de forma autoritaria y uniforme, que la medida, en principio positiva, se convierte en negativa.
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