La confesión de Pujol ha desvelado que el mito político del nacionalismo catalán de los últimos treinta años era en realidad una estafa y que lo suyo, en realidad no tenía nada que ver con el patriotismo catalán y que la construcción nacional ha sido para él un suculento negocio.
Una de las noticias más curiosas de la semana, es que su hermana Maria Pujol, desconocía absolutamente la existencia de la herencia oculta en Andorra. Probablemente, porque la hermana, jamás participó de los negocios turbios de su padre Florenci y de su hermano Jordi, obligados a esconder a buen recaudo el botín, que como el de Banca Catalana llevaron a ocho jueces a pedir su procesamiento por apropiación indebida allá por los años 80. Quizá, el dinero que entonces desapareció producto de la estafa, aparezca tras su confesión, en esa cuenta andorrana, 30 años oculto al fisco, sin que nadie lo investigara.
Fueron los años en los que Pujol resultó un cómodo aliado en los pactos políticos que garantizaban la gobernabilidad de España. Acaso conozcamos ahora que esos pactos, no eran sólo concesiones políticas y económicas, además, ocultaban pactos de silencio ante las actividades ilícitas de quienes hacían de la construcción nacional un suculento negocio.
A lo largo de los años, estrechos colaboradores de Pujol, se han visto implicados en casos de corrupción vinculados al cobro de comisiones ilegales. Así, Planasdemunt, Macià Alavedra, Prenafeta, Pasqual Estevill, Pallerols, Javier de la Rosa, o Josep M.Culell, se viernon obligados a dimitir por su vinculación con tramas corruptas organizadas al amparo del poder. La sombra de la sospecha se extendía siempre hasta Pujol, pero su supuesta superioridad moral y su soberbia lo hacían aparentemente intocable, inmune ante cualquier acusación.
Fue el sumario del caso Palau el que sacó a la luz la trama de corrupción institucionalizada, que no solo servía para la financiación ilegal de partidos, sino que había reportado suculentos beneficios económicos a un nutrido grupo de familias, vinculadas al poder nacionalista, que hacían obscena ostentación de sus riquezas. El ejemplo más llamativo es el de las familias Millet y Montull.
Félix Millet, era presidente de la Fundació Orfeó-Català Palau de la Música, que utilizaba como tapadera para el cobro de comisiones ilegales y desvío de fondos. Con sorprendente desfachatez confesó haber desviado para su beneficio personal al menos 3,3 millones de euros del patronato, que destinó, entre otros, a reformar inmuebles de su propiedad y a pagar viajes a su familia. Su sorprendente indiferencia ante tantas acusaciones solo es justificable por el amparo del poder.
Por el sumario del caso Palau sabemos que era tradición catalana que todas las empresas constructoras pagaran la mordida a cambio de concesiones públicas. Entre 2000 y 2003, la última legislatura de CiU, nueve constructoras se hicieron con el 72% de las obras licitadas por la Generalitat, entre ellas figura Copisa, vinculada a las actividades investigadas del primogénito de los Pujol, encargado de blanquear las comisiones familiares y experto en pelotazos inmobiliarios a gran escala. La insultante ostentación de los hijos del patriarca, una novia despechada, y las denuncias de los empresarios extorsionados por la familia y su entorno, han hecho imprescindible el inicio de acciones judiciales.
La indiferencia de la justicia hasta ahora, hace sospechar que el pacto de silencio se mantuvo mientras Pujol y su entorno gestionó la política catalana a su antojo, con la única condición de no alentar la reivindicación independentista. Durante ese periodo las instituciones del Estado, miraban hacia otro lado dando síntomas de indiferencia, pese a que crecían las sospechas y las actitudes corruptas eran evidentes. El silencio cómplice ha facilitado el camino a quienes quieren sacar provecho de la debilidad del Estado y creen que se le puede desafiar sin consecuencias. Para ellos la independencia es la única posibilidad de huir hacia delante, el mejor instrumento para sustraerse a la acción de la justicia y seguir haciendo de la construcción nacional un suculento negocio.