El insulto favorito de la industria de la música y el cine a los que compartimos contenidos es el de "piratas". Insulto difícil de justificar, porque nadie que yo conozca tiene como mascota un loro, usa garfio o bebe más ron de garrafa que agua. Y, que yo sepa, nadie asalta barcos, roba o mata.
Puestos a elegir, preferiría que me llamaran bucanero. No era mala vida la del bucanero. Ser libre, cazar y vender carne ahumada y piel a los barcos que se acercan a La Tortuga. Como a ellos, a los internautas nos gusta vivir sin Gobierno y con pocas reglas. "Viven como salvajes, sin reconocer a nadie y sin aceptar jefes entre sí, haciendo mil fechorías" decía el gobernador francés de la isla. La principal fechoría, claro está, era no dar parte de las ganancias al señor gobernador, como sí hacían los filibusteros.
A ningún Gobierno le gusta que un grupo de gente viva libre, sin aceptar jefes y sin más reglas que las imprescindibles. Si además comercian libremente con quien quiera comprar lo que ofrecen, sin pagar impuestos, se convierten en enemigos a los que hay que perseguir. Los bucaneros y los internautas.
Los bucaneros se hicieron delincuentes al fin cuando franceses y españoles acabaron con su modo de vida. Pero además de piratas y filibusteros, había otros delincuentes en los mares del caribe: los corsarios. Y eso es lo que son la SGAE y afines. Corsarios. Delincuentes a los que el Gobierno ha otorgado patente para que roben a ciudadanos indefensos.
Como los corsarios, deben pagar por esa patente. Antes con dinero, ahora con un dedo engarfiado sobre la ceja. Mucho más barato que antes, y mucho más rentable. Antes, al menos, los corsarios se jugaban la vida en el ataque. Ahora roban escondidos, sin que les veamos quitarnos nuestro dinero cada vez que compramos un CD, un reproductor de MP3, un disco duro.
Como los corsarios, deben partir el botín con el Gobierno. El IVA para ti, el canon para mí. Lo que antes valía 50 ahora cuesta 100. Y los desdichados bucaneros y navegantes, a pagar, mientras ellos se regodean y dedican parte de su botín a mentir e insultar.
Luego se escandalizarán si los pacíficos bucaneros, hartos del acoso de corsarios y gobernadores, se unen a los filibusteros y, entonces sí, se dedican al robo y al pillaje.
Borja Prieto
¿Yo pirata? Tú corsario
A ningún Gobierno le gusta que un grupo de gente viva libre, sin aceptar jefes y sin más reglas que las imprescindibles. Si además comercian con quien quiera comprar lo que ofrecen, sin pagar impuestos, se convierten en enemigos a perseguir.
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