No voy a analizar si la indumentaria de las hijas de Zapatero era la más adecuada para la ocasión. No soy experto en moda y estilismo. Tampoco discutiré si las niñas debían estar allí, si es relevante que entre tanto líder mundial únicamente las hijas de Zapatero estuvieran comiéndose los canapés que pagaba Obama. Ni siquiera discutiré si es razonable llevar a la niñas a un viaje oficial en un avión oficial a un acto oficial en el que les fotografía un fotógrafo de la Casa Blanca y pretender que esa foto pertenece al ámbito de la intimidad familiar.
Lo que me interesa es la reacción de Zapatero a la publicación de las fotografías y el resultado obtenido. Como sin duda sabrán, nuestro presidente pidió a la agencia EFE que no difundiera la imagen, y la agencia fue obediente. Pidió a la Casa Blanca que retirase la imagen de su web (y de su colección en Flickr), y allí quedaron las fotografías de todos los mandatarios excepto la de nuestro presidente. Como siempre. Como ha sucedido en tantas ocasiones con tantas imágenes incómodas para algún poderoso, que siempre acaban encontrado su hueco en el cajón de un periodista bien avenido.
Pero en esta ocasión, la llamada de Zapatero llegó un poco tarde, y las imágenes ya estaban en la red. Y no se puede censurar una imagen en internet. Lo sabe bien Barbra Streisand, cuyo intento de eliminar una fotografía de su casa en California consiguió como resultado que la imagen se hiciera popular y fuera vista por millones de personas, dando además nombre al fenómeno.
La fotografía de las hijas de Zapatero ha sido la más buscada desde el viernes en Google, y no ha faltado quien la publicara. Y tampoco quien ha encontrado cierta vena cómica en ella y ha "aderezado" la imagen: entre las referencias más usadas están los seres de la Tierra Media y la familia Addams. Ya hay varios grupos en Facebook dedicados a la foto, alguno de ellos con más de 2.000 miembros.
Zapatero, disgustado, se queja de que se ha roto un "pacto tácito". Pero quien ha conseguido que todos los españoles hayan visto ya la imagen no ha sido la prensa tradicional, que en los casos de mayor audacia la ha publicado con las caras de las niñas pixeladas. Han sido los miles de usuarios de internet que las han manipulado, las han subido a foros y webs, han difundido enlaces, se han pasado correos electrónicos...
Zapatero no entiende que hacer desaparecer una imagen ya no es tan fácil como coger el teléfono y llamar a un dócil periodista. El efecto Streisand que han sufrido sus niñas revela que, gracias a la red, los humildes ciudadanos de a pie ya no estamos limitados a pagar su viaje y callar, que podemos decidir qué imágenes tenemos derecho a ver.