A veces, detrás de la anécdota más insignificante se esconde la explicación de lo más esencial. La escasez de papel higiénico en Venezuela se ha convertido en la metáfora de la ruina de un régimen, y la evidencia de su suciedad. Ya no hay papel suficiente para limpiar la cloaca en que se ha convertido. Porque la ruina en que está sumido un país inmensamente rico en minerales, hidrocarburos y todo tipo de materias primas, climas y paisajes es la consecuencia de una política económica intervencionista y expropiadora profundamente ignorante de las más elementales leyes del mercado y de la producción de riqueza.
No hay forma más clara de explicar la mezcla de ignorancia y despotismo, como aquel vídeo de YouTube donde el déspota chavista soltaba: "¡Exprópiese!". Era todo su recorrido intelectual, el populismo fascistoide que cuanto más éxito logra en las masas hambrientas, más las empobrece y envilece. Hoy, Venezuela es una tienda comunista con estantes pero sin suministros. Tanta revolución, para acabar como cualquier almacén maloliente y vacío de cualquier país comunista. Para ellos es una tragedia, para nosotros debería ser una lección. Todavía me sigo sin explicar cómo Cayo Lara dio su apoyo a Nicolás Maduro en las últimas elecciones. Zafio y faltón, confunde la relación de su Gobierno con la oposición con una pelea entre chulos de barrio. Amenaza a sus oponentes, acaba con los medios de comunicación que no le son propicios, expropia empresas al mismo ritmo que ahuyenta las inversiones, congela precios e inutiliza la regla de la oferta y la demanda que los hace reales, falta al respeto a todo dirigente extranjero que pueda servirle para excitar los más bajos instintos de sus partidarios. Un verdadero polvorín armado con la patria y la lucha de clases mal digerida. Un matón, un inútil, un peligro. ¿Se imagina Cayo Lara a alguien así en la política española? ¡Qué fácil es apoyar en otro pueblo dirigentes y políticas que nunca soportaría en el suyo!
Mientras ha de importar 50 millones de rollos de papel higiénico y la población se las ve y se las desea para encontrar los alimentos más básicos en las tiendas, a precios cada vez más inflacionados, inaugura un mausoleo de 140 millones de dólares en memoria de Simón Bolívar. Tal como denuncia el diputado opositor Carlos Berribeitia, mientras las tiendas del país carecen de lo más esencial, incluidas las medicinas, Nicolás Maduro ha iniciado un viaje a tres países sudamericanos con un séquito de 120 allegados y un gasto presupuestado de 1.028.100 dólares. Solo la habitación en que se alojó el defensor de los pobres el martes a la noche en el hotel de lujo Radisson Victoria Plaza de Montevideo le ha costado al erario público 4.500 dólares. Es la misma historia de siempre, los déspotas que se apoyan en el hambre del pueblo para enrocarse en el poder se gastan los presupuestos públicos a manos llenas.
Abrir hoy una empresa en Venezuela puede tardar 140 días; con una moneda sobrevalorada que provoca comprar más barato fuera que producir dentro, ha producido la mayor inflación de América Latina. Venezuela vive hoy de rentas fungibles provenientes de la exportación de petróleo. El 96% del total de divisas que entran hoy en el país provienen de él. La maldición de los países ricos parece cumplirse inexorablemente de nuevo.
Una vez más, los que más parecen querer al pueblo, a la hora de ayudarlo le roban la libertad y lo matan de hambre.