Ya no es un olvido, un lapsus mental o un error, es una estrategia, la peor de las estrategias porque en su triunfo está su derrota. Inés Arrimadas, la líder de C’s en Cataluña, ha renunciado al debate lingüístico. Ni una palabra en la cuestión de confianza ante un presidente de la Generalidad que incumple las leyes y excluye los derechos de los hispanohablantes. Tuvo que ser el propio Carles Puigdemont quien le recordara en su turno de réplica que no había dicho ni una sola palabra de la más clara denuncia de C’s: la exclusión lingüística: "En materia lingüística (…) brilla por su ausencia".
Ni siquiera así la líder de C´s le contestó en el turno de réplica. Le replicó en todo menos en las cuestiones lingüísticas. Ni una palabra, ni una referencia a nada, ni siquiera al incumplimiento de sentencias, o a los escraches sociales a los padres y niños que han solicitado educación bilingüe. Una vergüenza que hace de los olvidos sistemáticos sobre tal materia una estrategia de acercamiento descarado al catalanismo de baja intensidad. Hasta el propio indepe Puigdemont le preguntó con ironía si se había erigido en "heredera del catalanismo".
Pero lo peor no fue esa renuncia, lo peor fue cuando Arrimadas le reprochó el giro de una Convèrgencia responsable con la gobernabilidad de España a un partido independentista. ¡Quién la ha visto y quién la ve!, le reprochó.
Sinceramente, creo que Inés Arrimadas, que tanto presume de haber admirado Cataluña desde Andalucía y de que tanto la decepcionó cuando se instaló en ella, debería inmersionarse en la historia de los últimos 40 años de pujolismo para caer en la cuenta de que el secesionismo de hoy es el resultado de la pedagogía del odio de ayer. Ideada, creada, gestionada y culminada por su admirada Convèrgencia de Pujol. El terrorismo de ETA no hacía buenas las exclusiones del PNV, como las de Convèrgencia no serán mejores por la irrupción independentista.
Algunos datos. Nada más llegar Pujol en 1977 al Congreso de los Diputados, comenzó a monopolizar el pueblo de Cataluña con la Minoría Catalana. En 1981, sus huestes culturales, patrocinadas por el dinero público de la Generalidad y las consejerías de Cultura y Educación, satanizaron a los firmantes del manifiesto Por la igualdad de derechos lingüísticos en Cataluña. En 1983, con la aprobación de la Ley de Política Lingüística y la imposición de la inmersión a las bravas, acabarán forzando al exilio a más de 14.000 maestros. Pronto los sustituirían una tromba de filólogos catalanistas y fanáticos de la Crida a la Solidaridat. La escuela se convertía así en la "Escola catalana en llengua i continguts". Desde esos primeros años, el Gobierno de Convèrgencia dejó de cumplir sentencias contrarias a la exclusión lingüística. Lo que se convertiría en norma hasta hoy.
En esos primeros ochenta las masas convergentes de las manifestaciones del 11 de septiembre susurraban: "Avui, paciència, demà indepèndencia". Estaba en su ADN.
En 1990, Pujol y su Convergència diseñan un plan de nacionalización de las conciencias. Abogan por infiltrar la doctrina nacionalista en todos los estamentos sociales: bancos, escuelas, medios de comunicación, colegios profesionales, etc. Sus frutos son los parchís indepes de estos últimos onces de septiembre. Los actuales responsables políticos de las instituciones catalanas y medios de comunicación son los hijos de aquel pujolismo. En 1992, sus cachorros, por entonces muy jóvenes, subvencionados y dirigidos por el Gran Timonel, paseaban el Freedom for Catalonia en cualquier acontecimiento internacional. Por ejemplo, el corrupto Oriol Pujol, por entonces un adolescente, introducía las pancartas de Freedom for Catalonia en el maletero del coche oficial de su padre en el Estadio Olímpico de Barcelona para negar a España y vender victimismo internacional en la ceremonia inaugural de los JJOO de 1992. Y ya en 1994 el propio Jordi Pujol pedía una confederación con la corona española como único nexo de unión entre las distintas naciones de España. ¿Sigo?
¿Qué moderación y responsabilidad convergente era esa? La misma de hoy, solo que por entonces la estaban amasando. La única diferencia es que la convèrgencia de entonces iba con gabardina, cuello subido y periódico abierto delante de sus intenciones, y hoy hace estriptis, obligada por la testosterona de sus cachorros ya crecidos. Son los mismos, Inés. La única diferencia consiste en fijarte solo en el escalón en que estás, o en la escalera entera. Quizás tu reproche a Convergència, ¡Quién te ha visto y quién te ve!, le conviniera más a tu C´s.
PD. Te haré llegar Historia de la Resistencia al nacionalismo en Cataluña, 1979/2006. No estaría de más que conocieras la historia falseada que no pudiste vivir desde Andalucía.