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Antonio Robles

La Voz de Barcelona

Alejandro y Daniel Tercero han convertido, con sus propios medios económicos y mucho altruismo, a La Voz de Barcelona en el diario de referencia para todos aquellos que en Cataluña no tienen voz pero toda la voluntad de ser ciudadanos de primera.

Un diario digital está protagonizando en solitario una lucha épica en defensa de la libertad de información en Cataluña. Se llama La Voz de Barcelona, que  en poco menos de cuatro años, se ha convertido en el referente de toda la información que el nacionalismo manipula o directamente excluye de la realidad. Está escrito en castellano, no recibe subvención alguna y detrás no hay ningún poder económico, político ni religioso, sólo la historia de un pequeño equipo de periodistas liderado por dos personas preparadas, amantes de la libertad y de la dignidad. El resto es esfuerzo y voluntad.

Sin derecho a una información libre y plural ninguna sociedad puede garantizar a sus ciudadanos la defensa democrática de sus intereses. Siempre ocurre en las dictaduras, pero también puede darse en democracias manejadas por monopolios ideológicos, lobbys económicos o épocas fascinadas por mentalidades totalitarias como el nacionalismo. Esto es lo que ocurre en Cataluña. En ella no hay un solo medio público que garantice el derecho a la información a los grupos sociales contrarios a la ideología nacionalista. Tampoco lo garantiza ninguno privado que viva de las subvenciones. En el campo digital todos viven de ellas. Menos uno: La Voz de Barcelona. Está escrito en castellano, es irreverente con el nacionalismo, defiende el constitucionalismo, y no está dispuesto a dejar de hacerlo ni por todo el oro del mundo.

Sólo en 2010, y únicamente desde la Consejería de Cultura, la Generalidad otorgó subvenciones directas a los diarios impresos por más de 10 millones de euros con la única condición de estar escritos en catalán. A esto se deben sumar más de tres millones de euros para los medios digitales y otros 2,8 millones de euros para las radios y las televisiones. Y en 2011, únicamente desde el departamento de la Presidencia, los diarios recibieron 2,1 millones en subsidios. El caso más escandaloso es el favoritismo hacia el grupo Godó editor de La La Vanguardia; 5,5 millones de euros de subvenciones en 2011. Puro nepotismo ideológico. La consecuencia es la profusión de noticias en defensa de la ideología nacionalista y la exclusión de todas aquellas que la cuestionan, llegando en algunos temas a levantar un muro de silencio para evitar su debate o su misma existencia. En el primer caso, y tomando a TV3 como referencia, no ha dudado en silenciar las formaciones críticas con el nacionalismo; mostrar su preocupación ante "un leve aumento" del número de anuncios en español; defender la discriminación de los castellanohablantes; promover el uso de términos como "expolio fiscal" para referirse al sistema de financiación autonómica; programar homenajes a simpatizantes de la banda terrorista ETA; apoyar a los presentadores que hacen apología del independentismo; justificar la aparición de una diana con las siglas del PP en una serie producida por TV3; vetar la compra de películas en castellano; emitirpublirreportajes político-propagandísticos en defensa de la independencia o del concierto económico como si fueran documentales; promocionar los referendos secesionistas en los principales telenoticias; favorecer económicamente a las productoras controladas por conocidos empresarios independentistas; denunciar supuestas conspiraciones de 'los grupos mediáticos españoles'  contra TV3; y, en definitiva, reconocer la utilización de la televisión de la Generalidad como herramienta para la construcción nacional de Cataluña.

El coste de esta construcción nacional no ha sido menor. Según los datos fiscalizados por la Sindicatura de Cuentas en un informe de junio de 2011, la Generalidad aportó a la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales (de la que TV3 es la principal empresa) 239,73 millones de euros en el año 2007; 271,01 millones, en 2008; 320,70 millones en 2009; y asumió, entre 2007 y 2008, una deuda acumulada de 1.046,72 millones de euros. En el año 2010, la aportación prevista era de 350 millones; en el año 2011, de 300 millones; y para 2012, está presupuestada una aportación a fondo perdido por parte del Gobierno autonómico de 260 millones de euros. El despilfarro de la CCMA también alcanza a las sorprendentes e inmejorables condiciones laborables con las que cuentan sus más de 2.700 trabajadores. Un despilfarro en sí mismo, pero si tenemos en cuenta que esos millones de euros están subvencionando a partes iguales la pedagogía del odio contra España y a la independencia, entonces lo de menos es el despilfarro, es mucho más grave el veneno diario que está infectando a la sociedad catalana para conseguir romper los lazos afectivos con el resto de españoles.

Esta batería de subvenciones a los medios sólo es un capítulo de las cientos de subvenciones en múltiples actividades sociales. Como la publicidad institucional a través de empresas públicas, otra fórmula de subvenciones encubiertas.

¿Esta información la publica El País, La Vanguardia, El Periódico, El Punt/Avui...? Nunca. Toda ella está sacada de La Voz de Barcelona. Este diario de referencia del mundo no nacionalista ha logrado desactivar múltiples manipulaciones y mantras que el nacionalismo repite sin oposición. Como el límite del 4% de solidaridad entre los Länder alemanes que Durán i Lleida y el resto de nacionalistas han estado repitiendo hasta que la VdB lo desenmascaró como totalmente falso. O la falsedad de que la Disposición Adicional Tercera del Estatuto obliga al Gobierno a invertir en infraestructuras en Cataluña el peso de esta comunidad en relación al PIB nacional, una cantidad que rondaría el 18%. De falsedades así sale el mantra de "España nos roba". De sus páginas digitales salió también cada uno de los chollos del convenio laboral de TV3. O la atribución de competencias que pertenecen al Estado, como el copago farmacéutico que le ha llevado a imponer ilegalmente un euro por receta. Son impagables sus informaciones sobre el mayor tabú de Cataluña: la inmersión escolar y la política lingüística. Por la VdB nos enteramos que los informes PISA no evalúan el nivel de español de los alumnos catalanes, dejando así en evidencia las mentiras del gobierno de la Generalidad de que en Cataluña los alumnos tienen el mismo nivel de castellano que el resto de escolares españoles. Y, por supuesto, ha publicado cada una de las sentencias judiciales a favor del castellano como lengua vehicular junto al catalán y los incumplimientos sistemáticos de ellas por parte de la Generalidad. No ha dejado de publicar tampoco los innumerables casos de corrupción en Cataluña, ni las ficciones seudo históricas nacionalistas, como los Países catalanes, sin dejar una retahíla de anécdotas significativas, como dejar constancia de los cortes de las emisiones de TV3 en las ruedas de prensa cuando se usa el español, o dar voz a los disidentes, tanto en columnas de opinión, como en publicaciones que la omertá silencia, el último caso, la publicación del extraordinario libro de Merçè Vilarrubias, Sumar y no restar, contra los males de la inmersión obligatoria. Incluso curiosidades para revolcarse de risa si no fueran formas patéticas de alimentar la identidad y la exclusión.

Alejandro Tercero y Daniel Tercero, el primero economista y el segundo periodista y licenciado en Historia, mamaron desde pequeños la lucha por la libertad en casa. Su madre, Conchita, era maestra, y su padre, Antonio Tercero, profesor de Historia, y fundador y presidente de Acción cultural Miguel de Cervantes, la primera asociación en defensa de la cultura y la lengua españolas allá por 1983. Uno y otro, nacieron y estudiaron en Barcelona, uno y otro, por caminos distintos llegaron a idear este diario digital que nació hace cuatro años como blog y han convertido con sus propios medios económicos y mucho altruismo en lo que hoy es La Voz de Barcelona, el diario de referencia para todos aquellos que en Cataluña no tienen voz pero toda la voluntad de ser ciudadanos de primera. Si se cuenta de los catalanes que sacan panes debajo de las piedras, estos dos catalanes sacan dignidad informativa de donde solo hay clientelismo periodístico.

En reconocimiento a la libertad de expresión.

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