Que el PP y el PSOE se hayan puesto de acuerdo para eliminar el canon digital no es una noticia necesariamente buena. No lo es por el simple hecho de que no es una eliminación sin más. Se va a imponer algún mecanismo compensatorio en su lugar, y este podría llegar a ser incluso peor.
Una alternativa que no podemos descartar es que se sustituya por un nuevo impuesto específico, o con una partida en los presupuestos a la que haya que hacer frente con un incremento de la presión fiscal que aguantamos los ciudadanos. Tiene razón Daniel Rodríguez Herrera cuando señala que esta opción es todavía más injusta que el canon, pero que gozará de la simpatía de buena parte de la izquierda. El único matiz que se le puede hacer es que también sería aplaudida por muchos desde la derecha. En dicho espectro ideológico hay demasiados que adoran al Estado tanto como sus oponentes del PSOE, IU y similares.
También existe la posibilidad de la compensación por copia privada, aunque con otro nombre, se traslade a las conexiones a internet. Resultaría irónico que esto ocurriera en el peor momento de la historia de la SGAE. De optarse por esta solución, se cumpliría así una vieja aspiración de los ahora caídos en desgracia Teddy Bautista y José Rodríguez Neri, que desde hace muchos años reclaman un canon al ADSL.
Pero existe otra opción que resulta la menos injusta de todas. Se trata de una idea que algunos venimos defendiendo también desde hace bastante tiempo. Puesto que se trata de "compensar" por el hecho de que se ejerza el "derecho de copia privada" –algo absurdo, nadie va a comprar dos originales para su propio uso, e injusto debido a que la propiedad intelectual es una ficción jurídica sin sustento alguno–, debería imponerse a la obra original (en formato físico o digital).
De esta manera lo pagaría tan sólo el que puede ejercer el "derecho" de copia privada (recordemos que el canon no es para compensar el top manta o el intercambio de archivos), lo que resulta mucho menos injusto. Además tiene otra ventaja, esta para los artistas y autores. Al ir vinculado a cada obra concreta, se sabría de forma precisa qué cantidad ha generado en este concepto cada uno de ellos, terminando así con la arbitrariedad en el reparto que existe en la SGAE y otras entidades. El canon a los originales es la menos mala de las alternativas.