Antes había que ir a las hemerotecas, ahora es suficiente con teclear un buscador de internet para buscar información sobre algún tema. Y estas pesquisas, en ocasiones, a uno le pueden provocar una carcajada. Un botón de muestra, la noticia del 1 de marzo de 2010 que, seguro, en la Sociedad General de Autores no querrían que nadie recordara ahora: Bautista pone a la SGAE "como ejemplo de cumplidores de las leyes".
No se trata de una broma. En una larga entrevista publicada en El País, el presidente de la SGAE dijo textualmente: "El ciudadano debería ponernos como ejemplo de cumplidores de las leyes". Pues bien, parece que el juez Ruz no debe de ser ciudadano. Nadie ordenaría registrar la sede y detener al presidente de quienes deben ser considerados ejemplares en su cumplimiento de la legalidad.
No nos engañemos, el juez Ruz es tan ciudadano como cualquier otro. El problema es que Teddy Bautista demostraba una desfachatez evidente al hacer esas declaraciones. De hecho, esa ha sido la actitud habitual por parte de los altos cargos de la SGAE a lo largo de la última década: chulería, prepotencia, victimismo, cinismo e insultos e, incluso, criminalización de quienes les criticaban.
En la entidad de gestión reinaba la sensación de impunidad. Y tenían razones para ello. Durante años, los jueces sistemáticamente parecían dar la razón a la SGAE tanto cuando era denunciante como cuando la denunciaban, aunque eso comenzó a cambiar hace un tiempo. Además, las autoridades solían favorecerle, sobre todo los Gobiernos del PSOE. Buena muestra de ello es que el canon digital sigue sin modificarse. No importa que haya pasado medio año desde que su aplicación indiscriminada en España fuera declarada ilegal por la Justicia europea. Y ejemplos como ése hay más.
Es cierto que no podemos considerarles culpables hasta que sean juzgados y condenados. Pero que la SGAE haya sido registrada y se haya detenido a Teddy Bautista y otros directivos la entidad supone una satisfacción para una gran cantidad de españoles cansados de su prepotencia y de que se queden con nuestro dinero por medio del canon digital. Me pedía una lectora amiga que titulara este artículo A todo cerdo le llega su San Martín. No lo he hecho, pero era una buena idea. En este caso tiene toda la razón.