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Amando de Miguel

Yo sí tengo miedo, estúpidos

Me produce una gran desazón el hecho de que, ante un tímido y protocolario Pacto Antiterrorista, algunos partidos nacionalistas o de izquierdas se nieguen a firmarlo.

Me produce una gran desazón el hecho de que, ante un tímido y protocolario Pacto Antiterrorista, algunos partidos nacionalistas o de izquierdas se nieguen a firmarlo.
EFE

Es costumbre que en las manifestaciones de protesta o de solidaridad se coreen eslóganes, pareados o estribillos de dudoso gusto. Por lo visto, se trata de un ardid de los organizadores para dar moral a la multitud. En el caso de los recientes atentados terroristas en Cataluña, los manifestantes de apoyo al Gobierno catalán canturrean la salmodia "yo no tengo miedo". Pues yo sí lo tengo ante una reacción colectiva tan pueril como irresponsable. El miedo es tal que se manifiesta por distintos motivos. Son otras tantas formas de defensa de ulteriores amenazas.

Siento pavor de las consecuencias que va a suponer el hecho de que no hayan sidodestituidos los altos mandos de los Mozos de Escuadra (supongo que ahora habrá que decir "Mozos y Mozas"). Esa policía ha demostrado ser perfectamente incompetente para la lucha antiterrorista en Cataluña. Lejos de tal escarmiento, ahora le dan no sé qué medallas y los políticos proclaman que se trata de "la policía antiterrorista más eficaz del mundo". Un sarcasmo es lo que parece, en vista que los Mozos y Mozas del partido en el Gobierno catalán ni siquiera tenían fichados a los terroristas de Ripoll.

Espanto me da el dato más general de la permisividad de las autoridades españolas respecto a la campaña de los llamados imanes para embaucar a los parroquianos de sus alfombradas mezquitas.

Me entra una sensación de desasosiego al ver que el Gobierno español ha decidido que los militares no patrullen las ciudades más populosas, como sucede en otros países europeos. ¿No quedamos en que las operaciones antiterroristas son realmente una guerra?

Me causa indignación la repetición de la historia de los atentados terroristas como excusa para sacar un rendimiento político. Así sucedió en el de Madrid de 2004 y de forma parecida en el de Cataluña de 2017. Es claro que la Generalidad ha aprovechado la matanza de agosto para hacer ver que es lo que pretende ser: un verdadero Estado.

Siento repugnancia por la reacción inmediata de una alta autoridad del Gobierno catalán al dar cuenta de las víctimas del atentado barcelonés: "Había varias personas catalanas y otras españolas". Seguramente fue una trampa del subconsciente. Peor me lo pone.

Me produce una gran desazón el hecho de que, ante un tímido y protocolario Pacto Antiterrorista, algunos partidos nacionalistas o de izquierdas se nieguen a firmarlo. ¿A esto se le llama "unidad"? Seguimos con la retórica para ocultar la falta de decisión política.

Pánico me da la circunstancia de que los Mozos y Mozas de Escuadra se apresuraran a abatir a los terroristas que tenían delante. Lo más juicioso habría sido herirlos con profesionalidad para cogerlos vivos. De esa forma habrían servido como una valiosísima fuente de información. Es sabido que la lucha contra el terrorismo (por no decir "cruzada") se desenvuelve principalmente en el plano del conocimiento de las actividades aparentemente religiosas del enemigo. Es fácil comprobar que no todos los musulmanes son terroristas, pero no es menos cierto que los terroristas invocan a Alá y hasta se inmolan por Él.

Me asusta que el dueño del chalé de la costa de Tarragona, donde los terroristas de Ripoll preparaban sus mejunjes, no denunciara el delito previo de la okupación del edificio. Al parecer, el dueño es un banco. Más miedo todavía. Ese es el verdadero caldo de cultivo del terrorismo.

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