Dice ser el presidente de la Comunidad Autónoma de Cataluña, esto es, la máxima autoridad del Reino de España en Cataluña. Pero ni se considera español, ni pone nunca la bandera española, ni se ha dignado jurar la Constitución de España. Podrían ser fórmulas plásticas, pero lo sustancial es que no está dispuesto a cumplir las leyes que nos damos todos los españoles. Y encima su partido mantiene una hueste de representantes en el Congreso de los Diputados. No cabe mayor desprecio a la nación española.
Por todo lo anterior, estampo mi conclusión: Puigdemont es un fementido, un falsario y un traidor. Es solo mi sentimiento; no soy juez. El susodicho debería ser conducido esposado a la cárcel, popularmente "la Modelo", por la que siento tanta nostalgia. La autonomía de Cataluña debe seguir, pues solo delinquen las personas.
¿Se imaginan que el gobernador de California dijera o hiciera algo parecido a lo que dice o hace Carles, el Peludo o el Velloso, respecto a los Estados Unidos de América? Por ejemplo, podría declarar que California es una monarquía para entroncar con la tradición del siglo XVIII. Lo considerarían inmediatamente reo de un golpe de Estado por un delito de alta traición. Se abriría otra vez la prisión de Alcatraz para él solo.
No me vale que el presidente Rajoy repita una y otra vez que va a caer todo el peso de la ley sobre los que la incumplen. Ya la incumplió el muy honorable Arturo Mas y no pasó nada. Por lo visto, la ley en Cataluña es ingrávida. La táctica de Rajoy es amagar y no dar. (Amagar significa lo mismo en catalán que en castellano: esconderse, ocultarse, amenazar disimuladamente). Ante tal condescendencia, el muy honorable Puigdemont, el Pilós, se siente crecido y da un paso más. Se considera heredero directo de Wifredo, el Velloso o Pilós, y de toda la ristra de condes de Barcelona. Se dice periodista de profesión, pero solo ha sido un hombre del aparato, al frente de empresucas de propaganda subvencionadas por la Generalidad. Alguna de ellas se acogió al nombre de Hermes, el dios que protege a los ladrones, según la mitología griega. Nadie entendió su famosa analogía de que los invasores se tendrían que ir de Cataluña, como se fueron los de Bélgica. El Estado de Bélgica se creó a principios del siglo XIX. ¿Quiénes fueron los invasores que entonces se fueron de ese Estado? Ya está bien de retorcer la Historia.
Hay tipos que confunden el noble ritual de investir al presidente de una comunidad autónoma con el embestir del cornúpeta. En catalán se parecen todavía más: investir y envestir.