El habla corriente no siempre simplifica la comunicación. Interviene muchas veces la retórica, de tal modo que el habla se complica con palabras o frases innecesarias. Por ejemplo, los españoles necesitamos con frecuencia que nuestro discurso sea apodíctico. Es decir, nuestras frases deben parecer evidentes, firmes, quizá porque somos una raza de mentirosos compulsivos. Veamos algunas ilustraciones.
No basta solo con decir que a uno le "llama la atención" alguna cosa. No nos quedamos tranquilos si no decimos que "nos llama poderosamente la atención". Nadie se cree el adverbio tan terminante, pero se pega al verbo como una rueda de la bici a la otra.
Cuidado que es difícil que algo sea "imposible". Pues no nos basta. Nos quedamos más tranquilos al decir "metafísicamente imposible", como si la imposibilidad física fuera poca cosa.
Todo el mundo entiende lo caótica o dificultosa que puede ser la "confusión", pero el énfasis se lo da decir "la ceremonia de la confusión". Realmente, la confusión es lo menos ceremonioso que puede haber.
La palabra "vestiduras" es una antigualla. Ahora hay vestido, traje, ropa, etc. Pero para escandalizarse de algo, lo mejor es la frase hecha de "rasgarse las vestiduras". Es una operación que nadie hace. Seguramente tampoco lo hacían en la antigüedad, salvo los ricos y por ser un poco comediantes.
Otro objeto que apenas existe hoy es el "tintero" (= recipiente donde se almacena la tinta para escribir). Pero seguimos apegados a otra frase hecha que va muy bien: "dejarse algo en el tintero". Equivale a decir que a uno se le ha olvidado algo en una exposición de hechos.
Una operación estúpida, o por lo menos infrecuente, es "no dar puntada sin hilo". Indica que se hace algo con algún propósito interesado. La frase es bastante retorcida, pero se recurre a ella con frecuencia. No sé cómo se podría decir en inglés una cosa tan rara.
Una acción bastante tonta es "poner (algo) encima de la mesa". Ponerla debajo poca utilidad podría tener fuera del brasero. Además, ya no hay braseros. Pero en la jerga de las negociaciones, de las tertulias, el que pone algo encima de la mesa, de manera simbólica, es que dice algo serio, estudiado.
En el lenguaje escrito, se comprende la utilidad de las "comillas" para destacar una palabra o una frase. Pero en el lenguaje hablado resulta bastante tonto lo de poner algo entre comillas (y no digamos si se hace un gesto con los dedos). La cosa viene del inglés hablado, que es un idioma monótono. De ahí que, en inglés, para resaltar una palabra o una frase, haya que decir quote (=comillas) y end of quote (= fin de las comillas). De esa forma se destaca una cita, una expresión peculiar. En español no se necesita esa afectación; basta con manejar un acento o un tono distinto al hablar. Si se hace a veces es por afectación, para imitar a los que hablan inglés.