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Amando de Miguel

Historias para leerlas al calor del hogar

Agustín Fuentes se suma a la crítica de la campaña atea en los autobuses. Le parece estúpida, majadera y sectaria. Tiene razón: los creyentes no dicen que "Dios probablemente existe".

Miguel A. Taboada se excusa humildemente. El cuentecillo de Navidad lo recogió del Google porque entendió que ahí estaba para que lo difundiéramos. Yo mismo se lo envié a varios amigos. Luego hemos descubierto que hay una versión anterior al del presunto autor mexicano. No me extrañaría que un cuento parecido se encontrara en los escritos del marqués de Santillana o en la Literatura de la India anterior a la era cristiana.

Mi colega Francisco Marcos-Marcos Marín me envía un minucioso informe en el que se demuestra que la costumbre del árbol de Navidad fue introducida en España por la duquesa de Sesto en 1870. La duquesa consorte era una princesa rusa, Sofía de Trobetzkoy, posiblemente hija del zar Nicolás. El duque de Sesto y marqués de Alcañices (entre otros títulos) o Pepe Alcañices (José Osorio) fue el amor frustrado de Eugenia de Montijo. Pepe Alcañices llegó a ser alcalde de Madrid a los 28 años. Entre otras muchas medidas de sanidad pública, dictó un bando prohibiendo "hacer aguas menores bajo multa de dos pesetas". El pueblo madrileño completó en seguida la copla:

Dos pesetas por mear, ¡carajo!, ¡qué caro es esto!
¿Qué pedirá por cagar el señor duque de Sesto?

Alfonso Blanco-Rivas me envía un cuentecillo titulado La ley del camión de la basura. Está en inglés; lo traduzco y lo resumo a mi manera:

Aquel día llegué al aeropuerto y cogí un taxi. Íbamos tranquilamente por el carril derecho de la autopista, cuando de repente un coche negro, que salía precipitadamente de un aparcamiento, irrumpió en la calzada delante del taxi. El taxista frenó bruscamente y viró hacia un lado; no se chocó con el coche negro por unos centímetros. El conductor del coche negro agitó la cabeza y empezó a gritarnos. El taxista sonrió y saludó afablemente al otro individuo. Pregunté al taxista por qué reaccionaba de esa forma ante un tipo que podía habernos enviado al hospital. Entonces el taxista me enseñó lo que desde entonces llamo la ley del camión de la basura. Me explicó que muchas personas son como los camiones de la basura. Andan por ahí llenos de basura, de frustraciones, de resentimientos. Como la basura va a más, necesitan algún lugar donde verterla y por eso a veces te la echan encima. En ese caso no te lo tomes como una cuestión personal. Simplemente devuélveles una sonrisa, salúdalos afablemente, deséales lo mejor y continúa tu camino. No te hagas cargo de su basura para verterla sobre los compañeros de trabajo, los amigos o los parientes. La moraleja es que las personas que salen adelante no permiten que los camiones de la basura les echen a perder el día. La vida es muy corta como para que nos despertemos por la mañana con una sensación de remordimiento. Debes apreciar a las personas que te tratan bien. Simplemente ruega por las personas que no se portan de ese modo. La vida se compone de un 10% de lo que tú haces y de un 90% de cómo te lo tomas. Así que te deseo un día libre de basura. 

José Mª Navia Osorio comenta la campaña del ateísmo con el cartel de los autobuses "Probablemente Dios no existe". Su conclusión: "Me encanta lo de probablemente. Se ve que los ateos no están muy convencidos y temen el castigo divino. El problema está en que Dios existe y que castigó a los hombres orgullosos que quisieron hacer una torre en Babel creando los idiomas, para que no se entendieran, mal que le pese a don Pedro o en Pere [Campos]". Estoy de acuerdo: el infausto eslogan ateo más parece una broma. Desde luego, es una traducción literal del inglés. El auténtico ateo escribiría: "Dios no existe". O mejor, no escribiría nada. Para empezar, ya la palabra "ateo" incorpora a Dios.

Agustín Fuentes se suma a la crítica de la campaña atea en los autobuses. Le parece estúpida, majadera y sectaria. Tiene razón: los creyentes no dicen que "Dios probablemente existe". Añado que la noción de probabilidad se predica de algo que puede suceder (o no) en el futuro. Para mis entendederas teológicas (poco más o menos las de un carbonero) "Dios es". La existencia se predica de las cosas creadas por El y sus colaboradores. Tengo para mí que detrás de la desgraciada campaña de los autobuses hay alguna ONG que va a recibir algunos dinerillos del contribuyente.

Para frase lapidaria, ésta de Mª Teresa Fernández de la Vega, recogida por don Agustín: "Hay que construir una globalización ética". Por cierto, hace tiempo que no oigo hablar de la capa de ozono ni del calentamiento del Planeta. Espero que don Agustín (el más científico de los libertarios) me aclare ese particular.

Curro Guadiana se siente acorde con mi juicio de que "es una estupidez pedir perdón por los sucesos históricos". Añade don Curro que en 1992 "algunos estúpidos pidieron perdón por la conquista de América". Peor aún, dice don Curro, es la moda de "juzgar los hechos históricos con criterios actuales". Tiene razón. Se me ocurre que el ejemplo puede ser decir que la Casa Blanca fue construida con esclavos. Toma, casi todos los monumentos de la antigüedad; por ejemplo las calzadas romanas o el acueducto de Segovia. O también, los regímenes liberales y parlamentarios del siglo XIX se hicieron sin que pudieran votar las mujeres y, a veces, ni siquiera todos los varones. No por eso dejan de ser un elemento de progreso sobre el que se asientan las democracias actuales.

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