Espero que no me insulten mucho por hacer propaganda de un libro, de su autor, de la portadista y de la editorial. Créanme que se trata de un libro verdaderamente excepcional de puro bueno. Por eso mismo le he hecho el prologuillo. Cumple reseñar este libro en Libertad Digital porque su asunto entra de lleno en los que aquí nos tocan: el nacionalismo lingüístico y sus horrores. No se refiere solo a España sino a toda Europa. Eso es lo original. Los horrores se centran en los caprichos onomásticos, referidos al baile de topónimos. El autor es Jesús Laínz (aunque en el norte lo llamen casi siempre Lainz). A mí me deja que lo enaltezca como "el insigne bolígrafo montañés", un cariñoso remedo del que fuera "insigne polígrafo" por antonomasia, Menéndez y Pelayo. Ya que hablamos de retruécanos, el título del libro es otro juego de palabras: Desde Santurce a Bizancio. Habrá quien crea que es un error, como lo del "insigne bolígrafo", pero es que el español, cuando habla en broma, no se ríe. La casa editorial es Encuentro y la idea de la portada, un famoso collage pop, es de Teresa Laínz, de los Laínz de toda la vida. Ya eran famosos en las luchas contra los romanos.
Cumple mi amigo de forma tan precisa el espíritu de esta seccioncilla que, cuando yo falte, dicto que se encargue de ella Jesús Laínz. Nos separa una distancia generacional. Nació el de Santander cuando yo había acabado la carrera. Pero don Jesús ha recogido la antorcha con admirable celo. Desgraciadamente, habría que ver los chafarrinones que mancillan la estatua de la Antorcha en mi universidad. Entiende que el vicio más nauseabundo de la España y de la Europa actual es el delirio nacionalista. Su expresión lingüística resulta, además, ridícula. El texto que digo no es simplemente un panfleto ideológico, aunque entiendo que algunos panfletos ideológicos son verdaderos monumentos de la cultura. Estamos ante un libro académico, en el mejor sentido, documentado y no solo con referencias literarias sino gráficas. Lo único que lamento es mi sensación de envidia, porque a mí me habría gustado escribir un libro así, incluso con el mismo sentido de la ironía, el arte suprema.
Así pues, este libro es lectura obligatoria para el curso virtual que aquí seguimos sobre la "lengua viva". Pocas veces daré un consejo tan justificado. Me lo van a agradecer los lectores, que van a ser todos los libertarios. Don Jesús es uno de ellos y de los más cumplidos. Aprovechen la temporada de ferias librescas para hacerse con un ejemplar de la edición príncipe. Recuerden que la gran distinción de nuestro tiempo es la que separa el grupo de los que leen de los iletrados. Cada uno es libre de apuntarse en una u otra congregación.
Una única crítica. Don Jesús se empeña en que hay que llamar "manipulación lingüística" a lo que hacen los nacionalistas con los idiomas. No, señor. La mano es lo que nos distingue de los animales, es la parte más noble del cuerpo. Lo que perpetran los nacionalistas es la "pediculación lingüística". No es la peor de las pediculaciones, vive Aitor.