Amadeu Solà Gardell (Tréveris, Alemania) comenta que también en inglés se repite lo de “sangre, sudor y lágrimas”, olvidando el cuarto elemento del original de Churchill (toil = esfuerzo, fatiga, brega). Pero, añade, que esa misma reducción a tres elementos se da en francés, italiano y alemán. Don Amadeu cita el caso del general Mola, quien en 15 de agosto de 1936, desde Radio Castilla, en Burgos, hablaba enfáticamente de “sangre, fango y lágrimas”. Así pues, la famosa trimurti no es de Churchill y seguramente se ha venido repitiendo en todas partes desde hace mucho tiempo. Muy bien observado. La estética trinitaria está en los manuales de Retórica del tiempo de los romanos. Hay miles de ejemplos en los buenos escritores.
Ignacio Barrón me cuenta que ha oído la expresión “ponen en el ojo de mira”. Su interpretación es correcta. Se han mezclado dos expresiones “en el ojo del huracán” y “en el punto de mira”. La coyunda resulta estéril. Por cierto, mucha gente cree que la velocidad del viento es máxima en el centro del huracán, el “ojo”. Todo lo contrario, ese “ojo” es un lugar de calma. Pero no por mucho tiempo. El huracán es un semoviente.
Miguel Fraile (Zaragoza) razona sobre el dicho “no hay mal que por bien no venga”. En su opinión “se debería decir, cuando estamos decepcionados por una situación desesperada y mala, mientras que siempre se suele escuchar con el sentido contrario, es decir, como diciendo que ha pasado una cosa que parecía mala, pero que resulta ser buena. [En cuyo caso] debería decirse que no hay bien que por mal no venga, pero también es incorrecto, porque hay bienes que nos son buenos desde el primer momento”. Bueno, let it be (=dejémoslo estar, dejemos las cosas como son). La frase se adapta estupendamente a la sensación de alivio que produce un buen resultado cuando parecía que se iba a torcer. Es un dicho que compensa muy bien el pesimismo congénito de los españoles. Son legión los refranes pesimistas. Véase mi librito El espíritu de Sancho Panza.
Pregunta doña Carmen si la frase “buscar tres pies al gato” no sería mejor decir “buscar cinco pies al gato”. En efecto, así es como la entiende Covarrubias en su celebérrimo Tesoro (1611). Explica: “Nació [la frase] de que uno quiso probar que la cola del gato era pie”. Así pues, equivale a despreciar al que viene con embustes y trapacerías. Sin embargo, la frase con los “tres pies” quedó troquelada en el Quijote. ¡A ver quién la cambia! Puestos a construir un absurdo, un imposible, tampoco está mal lo de “buscar tres pies al gato”. Recordemos que es el mismo pueblo el que “echa la casa por la ventana” o “se mete en camisa de once varas”. El dicho popular se fija muy bien cuando llega al absurdo.
Carmen Felgueroso comenta la misteriosa frase “Ladran, luego cabalgamos”. Está de acuerdo conmigo en que no figura en el Quijote, en contra de la opinión de algunos escritores. Cita a Lauro Olmo o Carlos Castilla del Pino que sí la han leído en el Quijote. Misterio. La opinión de doña Carmen es que se trata de una frase antiquísima. En griego venía a decir que “la persona de éxito no mira hacia atrás sino que busca su meta”. La versión latina es latrant et scitis estatint praetesquitantes estis (= ladran y sabéis al momento que cabalgáis por delante de los demás). Queda aclarado el misterio. Con libertarios así da gusto.
Alfredo Rodríguez (Logroño) quiere saber si el dicho “a buenas horas, mangas verdes” tiene relación con los castigos de la Inquisición, con el arrepentimiento de algún reo en el último momento. Don Alfredo se pregunta si no vestirían de verde al reo. Nada de eso. La frase proviene de los cuadrilleros de la Santa Hermandad, el cuerpo de policía que se organizó en tiempos de los Reyes Católicos, aunque con antecedentes medievales. Llevaban una casaca verde, un color que entonces se asociaba con la autoridad, la nobleza. Se organizaban en grupos de cuatro; de ahí “cuadrilleros”. Seguramente era así para evitar los cohechos. Es evidente el parentesco simbólico con la Guardia Civil, que también adoptó el color verde. En todo tiempo y lugar al pueblo le queda la sensación de que la policía llega tarde al lugar del crimen; por eso se comete. Recordemos el terrorismo callejero en el País Vasco.
Maximiliano Martínez de Velasco no le parece muy lógico el dicho de “la excepción confirma la regla”, porque “si hay una excepción, la regla no queda confirmada sino destruida”. No estoy muy de acuerdo. Quitando la ley de la gravedad y algunas otras del mismo estilo, las reglas suelen tener excepciones. Aun así, no estoy muy seguro de que la ley de la gravedad se aplique en el reino de las partículas subatómicas. Ya tenemos la excepción.