En una de esas tediosas sesiones del Congreso de los Diputados (18 de marzo), el señor Rodríguez Zapatero dijo con todas las letras: “métodos espúreos”. El suceso me recuerda que, en la biografía interpretativa de Felipe González, que redactamos José Luis Gutiérrez y el que esto escribe, ya criticábamos el uso de “espúreo”. Rosa Conde nos escribió una carta de réplica, muy enfadada, en la que venía a decirnos que se decía “espúreo” y no “espurio”. Esto es, el jefe tenía razón. Ahí queda el dato para la pequeña historia. Habrá que cambiar el diccionario. La verdad es que, desde González a Zapatero, los socialistas prefieren la espuria voz de “espúreo”. Ignoro a qué se debe esa transmutación. (En latín es spurius). Tiene su mérito si por fin logran imponer su capricho léxico. Después de todo, socialmente ya no hay hijos bastardos, es decir, espurios.
De acuerdo en que el idioma es lo que la gente dice y entiende. En cuyo caso acabemos por decir “glárimas” en lugar de “lágrimas”. De momento hay que registrar una versión de izquierdas y otra de derechas en algunas palabras. Otro ejemplo. Donde la derecha dice “dentro de” o “en”, la izquierda prefiere a veces “en el seno de”. Toma nísperos, Pepa, que se agusanan, según enseña el maestro Campmany (el de ahora).
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