Maribel Torbeck me escribe desde Denver (Colorado, USA). Sus mensajes resultan particularmente nostálgicos. Me acaba de ver en una entrevista que me hicieron para Periodista Digital. Me dice que estaba yo la mar de bien puesto con mi chaqueta de color de piel de camello y la corbata a juego. Pero el juicio de doña Maribel es que a mí me va una indumentaria de "sabio distraído", supongo que como la de Einstein o Unamuno. La verdad es que, si tengo que salir por la tele, procuro llevar chaqueta y corbata por respeto a la audiencia. Lo del color de la chaqueta (que tiene 30 años la pobre) quizá responda en mi subconsciente a la asociación con el nombre de mi casa, Cámelot. Como se sabe, ese nombre inglés corresponde a las pellizas de piel de camello que llevaban los caballeros del Rey Arturo. Era el atuendo que significaba que volvía de guerrear en Tierra Santa. Pero sigo. La verdadera queja de doña Maribel es que, en la entrevista, se me deslizara el error de aludir a la "espada de Demóstenes". Ya sé, puede parecer un trabucazo, como aquí llamamos a esos errores de trabucar una palabra rara por otra. Pero en ese caso creo que dije "la espada de Demóstenes, como decíamos en el Madrid". En efecto, mi paso por el periódico Madrid significó un buen aprendizaje con Miguel Ángel Gozalo y Antonio Fontán, entre otros maestros. En aquel grupo solíamos decir "la espada de Demóstenes" (en lugar de Damocles) como una especie de ironía o retruécano para referirnos a la amenaza de la censura, siempre pendiente. Siento que en la mentada entrevista dejara caer la ironía sin saber expresarla bien. Me congratula que nuestra compatriota de Denver esté tan atenta a los sucesos de la patria.
Me dice también doña Maribel que le sorprende el titular de un periódico cuando se refiere a "la fuerte alza". Pues está bien dicho. La regla es bien sencilla. Los sustantivos que empieza por el sonido de una <a> tónica (llevan un acento de voz), y son femeninas, el artículo que exigen es "el" y no "la". Por ejemplo, el alza, el hacha, el águila. Sin embargo, como son femeninas, se dice las alzas, las hachas, las águilas. O también, la fuerte alza, la cortante hacha, la majestuosa águila. Un poco más complicado es "arte". Siguiendo la regla anterior, se dice "el arte", pero a mí me gusta la opción de "el arte culinaria". Desde luego, se dice "las artes escénicas". En resumen, "la fuerte alza" no es un trabucazo o un error; está bien dicho. La regla se basa en el mal efecto que produce la cacofonía de "la alza", "la hacha", etc. A diferencia del inglés, el español es muy mirado para esas cosas de la cacofonía (repetición del mismo sonido).
Hablando de trabucazos. José Luis de Blas Yusty, director de una sucursal bancaria, acaba de oír a un cliente: "ese dinero para mi es minuta per cápita". Queda mucho mejor que "peccata minuta". Un comerciante amigo de don Luis le aseguró que se había comprado unas "gafas visuales". Realmente todas lo son, pero el hombre quería decir "bifocales". Le eran muy útiles porque, según propia confesión, el patio de su casa, al llover, se ponía muy "resbalizoso". Reconozcamos que "resbalizoso" es más que "resbaladizo".
Como puede verse, los trabucazos nos introducen en el género del humor. Recordemos que el humor suele provenir de una polisemia, de un sobrentendido o de un falso entendido. Un magnífico ejemplo es esta conversación castrense que me envía Alfonso Blanco Rivas:
─¡Caballero cadete García!
─¡A la orden, mi capitán!
─No le he visto en las pruebas de camuflaje de hoy.
─¡Gracias, mi capitán!