Silvia Cardenal me felicita por mi libro, que le ha parecido "soberbio". Se refiere a Nuestro mundo no es de este reino. Muchas gracias. Me pregunta doña Silvia qué características debe reunir una buena novela. Una es la central: que el lector desee seguir leyendo para ver en qué para la historia. Esa misma sensación no la suelen producir los libros de ensayo, así sean de Ortega y Gasset. Acabo de terminar la lectura de la novela Los elementos del Mundo, de José Mª Beneyto. Es excelente. Se trata de una novela histórica sobre los episodios de la Alemania nazi, vistos con una perspectiva inédita, la de los recuerdos de un famoso profesor de Derecho Político. Ese profesor influyó mucho en España.
Recojo aquí muchas críticas y quejas a mis ideas. Por una vez me complace citar el elogioso comentario de Abelardo Hernández, quien admira la capacidad que yo despliego de analizar lo simple. En efecto, eso es lo difícil y lo que me satisface. Quizá sea un resabio de maestrillo. Gracias, don Abelardo. Me gusta mucho el comentario de muchas personas que se me presentan en la calle. Vienen a decirme: "lo que más me maravilla es que sus opiniones coinciden con las mías".
Javier Vicuña Ruiz está leyendo el libro Por qué dejé de ser de izquierdas (que en un capítulo se refiere a mis tribulaciones) y se pregunta si los cinco meses que pasé en un hotel los pagué yo o el Estado. Naturalmente, los pagué yo. Bueno, fue un modesto hostal, bien que muy acogedor. También se pregunta don Javier si lo de "caballista" es una expresión de la jerga carcelario. En efecto, así es, o al menos lo era en aquello momento (1970). Los "caballistas" éramos los que por haber cometido delitos no violentos ("de cuello blanco" dicen en los Estados Unidos), residíamos en la enfermería. Para mí la cosa no resultó muy ventajosa, pues tengo verdadero horror a los ambientes sanitarios. Pero el ser "caballista" me proporcionó la ventaja de que me asignaran el puesto de ayudante del maestro, quien resultó ser una gran persona. (Supongo que en mi memoria hay alguna traza del "síndrome de Estocolmo", una defensa psicológica muy comprensible). Como ayudante del maestro, me tomé la libertad de pasearme por todas las dependencias de la cárcel que estaban a mi alcance, lo que fue un buen trabajo de observación. En fin, de la necesidad, virtud.
Ian Curtis contesta airado a mis comentarios sobre ese desgraciado eslogan de "Dios probablemente no existe". Dice don Ian: "su terquedad en criticar lo incriticable resulta ridícula... no ha entendido usted nada... aprenda a razonar y a usar la lógica". Pues bien, el eslogan de marras me sigue pareciendo tan estúpido como lo sería el contrario, el que afirmara que "Dios probablemente existe". La probabilidad se proyecta siempre sobre un hecho futuro. Pero Dios está fuera del tiempo, por lo que resulta un contrasentido o un contradiós aplicar en su caso la noción de probabilidad. Por otro lado, la iniciativa de poner letreros publicitarios en los autobuses sobre si Dios existe o no me parece francamente pueril. Por lo menos se podría haber elegido algún otro eslogan ya probado y atrevido como "Dios es negra". Lo que no entiendo es eso de mi "terquedad en criticar lo incriticable". ¿Es que hay algo "incriticable"? Nunca he utilizado esa palabra, que, por cierto, no viene en el DRAE.
Rafael Moras es un mexicano residente en San Antonio (Texas, USA) y lamenta no haber coincidido conmigo el año pasado en la ciudad de El Álamo. Es profesor de la St. Mary's University (la de los Marianistas) y sus alumnos peruanos llaman "castellano" al idioma que don Rafael entiende como "español". En San Antonio don Rafael pasa por "hispano" una etiqueta que puede comprender distintas razas. En cambio, en México, hispano equivale a llevar sangre española, es decir, no tener ascendencia india. Algunos amigos norteamericanos de don Rafael consideran que el idioma español de España resulta casi ininteligible para los hispanohablantes americanos. Es evidente que eso es falso. Otra creencia es que el ceceo de muchos españoles se debe a que un Rey antiguo ceceaba y obligó a hablar así a sus súbditos. Es claro, concluye don Rafael, que esa historia es manifiestamente descabellada. Me pregunta mi colega cómo se puede traducir St. Mary's University ¿se deja así o se debe decir "Universidad de Santa María"? Yo estudié de niño en el colegio católico de Santa María, regentado por los Marianistas en San Sebastián (España). Así que hablando en español, se podría decir Universidad de Santa María. Pero también se puede dejar sin traducir. Los hispanohablantes decimos Nueva York o La Florida (palabra grave). Lo curioso es que en España las leyes nos obligan a decir Lleida (el nombre catalán de Lérida), pero los catalanes pueden escribir tranquilamente Saragossa (= Zaragoza). No se pueden poner puertas al campo... léxico.