Agustín Fuentes critica la propuesta del PSOE sobre el deseo de federalismo para España. Estoy de acuerdo. Se trataría más bien de un federalismo asimétrico, esto es, un extraño sistema en el que se mantendrían las particularidades actuales de Cataluña y el País Vasco. Recordemos que en el sistema federal es esencial la igualdad entre todos los estados federados. Señala don Agustín que el federalismo es "un hecho esencialmente asociativo, no disociativo", por lo que la propuesta socialista sería "un paso atrás". También estoy de acuerdo con la previsión de que seguramente desaparecerá el estatuto privilegiado de vascos y navarros respecto al Fisco. Mi idea es que esa extraña reminiscencia medieval no encaja en la Unión Europea. Más arriesgada es la propuesta de que los partidos nacionalistas deberían desaparecer del Parlamento español. La suscribo, aunque sospecho que eso sería mentar la bicha.
José Antonio Arrabal Roldán razona que la cuestión de la posible independencia de Cataluña no es un problema del pueblo catalán sino algo artificialmente planteado por los políticos que mandan. Para conseguir sus propósitos interesados, esos políticos han convencido al pueblo catalán de que se siente explotado por España. La idea que cunde es esta, dirigida a Madrid: "Como os lo pagamos todo y os quedáis con nuestro dinero y ahora nos falta dinero, ya no os queremos pagar más". Y redondea: "Nuestros políticos catalanes dicen que [en Madrid] nos desprecian, que son desagradecidos y que si nos quejamos tendremos más dinero, que además es nuestro". Para don José Antonio, el grito implícito de la manifestación de Barcelona del 11 de septiembre fue: "Cataluña está cansada de mantener a España y que encima no nos quieran". Se pregunta el hombre: "¿Es cierto que hemos mantenido al resto de España con nuestros impuestos, que nos han saqueado [desde Madrid] y que somos pobres porque nos han robado nuestro dinero?".
Es evidente que el argumento de la explotación de Cataluña por Madrid es más falso que un euro de madera. Lo esgrimen los nacionalistas para ocultar el desastre económico y cultural de su paso por el Gobierno de la Generalidad. El nacionalismo siempre busca una víctima propiciatoria en el exterior. La realidad histórica es que la Cataluña contemporánea ha gozado del privilegio de la política proteccionista de todos los Gobiernos de España, desde Cánovas hasta la fecha. Ese proteccionismo (a través del arancel) se acaba porque la política aduanera es ahora común a toda la Unión Europea. En consecuencia, los nacionalistas catalanes piden ahora el privilegio que tienen vascos y navarros de pagar menos impuestos. Oficialmente se llama cupo y en Cataluña, pacto fiscal. Por eufemismos que no quede. Para conseguir esa exigencia mueven a la opinión para promover un Estado propio para Cataluña. Lo curioso es que esa propuesta (a través de un referéndum o cosa parecida) solo la podría hacer el Gobierno de España. Luego el Gobierno de la Generalidad de Cataluña se halla en flagrante delito. Artur Mas ha dicho que, "de entrada", están "en la legalidad". No sabemos cómo van a estar de salida.
Sería divertido que, ante un posible referéndum en toda España sobre la independencia de Cataluña, los partidarios de esa solución fueran más en el resto de España que en Cataluña. Claro que la diversión podría acabar en tragedia. De momento son muchos los españoles no catalanes que se quedarían tranquilos si Cataluña obtuviera un estatuto de independencia. Pero luego se vería que se iba a plantear más bien como una independencia subvencionada, un poco como la de Puerto Rico. Solo que Puerto Rico ha sido una minúscula colonia de los Estados Unidos y Cataluña es una región motora de la economía y la cultura españolas. Tanto es así que, con una Cataluña independiente, España ya no sería España. Tampoco está claro que una Cataluña independiente pudiera ingresar en la Unión Europea o en la OTAN. A ver quién es el que se atreve a desatar ese nudo gordiano.