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Alicia Delibes

Se puede y se debe hablar del cheque escolar

Pilar del Castillo se ha reunido con las tres asociaciones de padres más representativas: la CEAPA, Confederación Española de Padres de Alumnos, presidida por Eulalia Vaquero y que agrupa a los padres de la enseñanza pública, la CONCAPA o Confederación Católica de Padres y la COFAPA, Confederación de Federaciones de Padres de Colegios de Iniciativa Social.

Esta última, que fue incluida en el Registro de Asociaciones el 10 de abril de 2001, engloba a los colegios del grupo Fomento de las Centros de Enseñanza y a otras federaciones de carácter regional como la Federación de Escuelas Libres de Cataluña o FAPACEL de Andalucía. La COFAPA representa alrededor de un 12% de la población escolar, la mayoría de sus colegios son de carácter privado aunque también los hay que gozan de conciertos estatales y, por lo que sé, ha solicitado ya su representación en el Consejo Escolar del Estado.

Tanta explicación sobre esta confederación obedece a que ha sido protagonista de un hecho insólito: poner sobre la mesa del Ministerio de Educación el tan temido asunto del cheque escolar.

Reconozco que hubiera dado cualquier cosa por ser testigo presencial del acontecimiento que bien podría llamarse histórico. “Esa idea sólo favorece los intereses de la educación concertada y el trasvase de alumnos de la red pública hacia esos centros (...) los cheques escolares se escapan al control social y no es el momento de pararse en ideas como ésa cuando se nos está presentando una reforma de la enseñanza para la que se nos dice que no hay dinero”, dice El País que dijo la presidenta de la CEAPA, Eulalia Vaquero, a la que imagino a punto de sufrir un ataque de nervios.

Bienvenida sea la iniciativa de esta nueva confederación de padres de alumnos que rompe con el tabú del cheque escolar. No cabe la menor duda de que si las ayudas del Estado se dieran directamente a las familias y no a los centros escolares se habría dado un paso importante hacia la auténtica libertad de enseñanza, que no es otra que la libertad de los padres para elegir la educación que quieren dar a sus hijos.

El terror de Eulalia Vaquero ante la propuesta está totalmente justificado. Tal y como está la enseñanza pública si los padres tuvieran, verdaderamente, la posibilidad de elección se produciría una auténtica desbandada. Una huida justificada porque la escuela pública ha perdido su atractivo. Se ha creado un ambiente en el que ya ni se instruye ni se educa y, me atrevería a decir, que si los padres mandan a ella a sus hijos es porque no se les ofrece otra solución, se han convertido en rehenes del Estado. Este es el gran secreto que, cada vez con menos éxito, se trata de ocultar a la sociedad.

Sí se debe hablar del cheque escolar, aunque sólo sea para que los que se dicen defensores de la escuela pública, movidos por el terror que les produce su sola mención, busquen soluciones realistas para mejorar la enseñanza estatal y se olviden de innovaciones absurdas que no pueden traer otra cosa que un aumento considerable del gasto público.

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