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Alicia Delibes

La crisis educativa

Pocos se dan cuenta de que para salir de esta crisis, para tirar de un carro que parece enfangado, serían necesarias la fuerza, la energía y la decisión de los individuos.

La propuesta de la presidenta madrileña sobre la necesidad de devolver la autoridad a los profesores ha tenido el efecto del grito ingenuo del niño de aquel famoso cuento del rey desnudo. Y es que, de pronto, políticos, medios de comunicación, sindicatos, expertos y padres han fijado la mirada en uno de los aspectos claves de la educación, la autoridad del profesor, y se han dado cuenta de que el rey no iba vestido.

En el mundo llamado occidental, después de aquella revolución pedagógica de Mayo del 68, los políticos de derechas renunciaron a hacer valer sus principios conservadores y liberales, incluso se avergonzaron de ellos, y dejaron la educación en manos de la izquierda que supo hacer de ella una prioridad política e imponer su filosofía colectivista e igualitaria. El respeto a la autoridad de los profesores, la disciplina, la transmisión del saber, sin que se sepa decir bien cómo ni por qué, han ido desapareciendo poco a poco de la escuela.

Suele decirse que la educación es fundamental para salir de la crisis económica, sin embargo, pocos se dan cuenta de que para salir de esta crisis, para tirar de un carro que parece enfangado, serían necesarias la fuerza, la energía y la decisión de los individuos. Ahora apreciaríamos en la juventud valores como el mérito, el esfuerzo, la disciplina y la responsabilidad individuales, valores de los que la educación igualitarista y demagógica ha renegado.

En 1992, el filósofo francés,Philippe Nemo, calificaba la escuela francesa de "sovietiforme" y explicaba que era como si un trozo de la Unión Soviética se hubiera instalado en el Oeste de Europa, haciendo la educación "tan improductiva en su terreno como las economías de tipo soviético en el suyo". Sostenía entonces Nemo que solamente si el mundo de la educación viviera superestroikapodría la escuela republicana recuperar su prestigio. Pues bien, no estaría mal que esta crisis económica sirviera para que también la educación española tuviera, al fin, superestroika.

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