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Alberto Gómez

Belén y los progres

Si para Voegelin la tragedia era el verdadero culto de los griegos, entonces la telebasura es el culto de la España zapaterista. Cada pueblo tiene el culto que se merece.

Dos semanas con ZP son como si de año se tratara en lo referente a las noticias. Quería hablar de la mordaza a las víctimas del terrorismo rota en la manifestación, o del progresismo cierraiglesias como rescoldo del rojerío matacuras siempre a punto para avivarse en época preelectoral. O de la sumisión a Marruecos, que hace que el viaje de ZP en pleno conflicto de Perejil parezca, en retrospectiva, una llamada a consultas de Mohamed VI. Pero al final me ha llamado la atención Ramoneda hablando acerca de la cuestión de nuestro tiempo: Belén Esteban.

Y como era de esperar, para Ramoneda el fenómeno Esteban es fascismo puro. Uno puede construir un disertación progre mezclando la palabra discurso, construcción, cultura y algunas palabras largas más. Pero no puede nunca faltar la palabra mágica de siete letras. ¿La prueba? la frase "yo por mi hija mato". Desde antes de Hamilton se sabe, excepto los progres, que todo el mundo mataría por sus hijos si llega la necesidad. ¿Qué significa entonces? ¿Qué todo el mundo es fascista? ¿Fascismo es simplemente estar vivo? ¿Es acaso Ramoneda un fascista? Fascismo, en boca progre, se utiliza para administrar la excomunión del cuerpo místico del a iglesia progresista y por tanto significa cualquier aspecto relacionado con la confluencia de dos cosas: "existir" y "no ser de ellos". Justo la actitud que Ramoneda llama fascismo.

Quitando la hojarasca ramonedil podemos encontrar un fondo de verdad, como en todos los cuentos: los cotilleos de la telebasura son como el patio de vecinos, pero en el patio de vecinos hay un desentendimiento y una renuncia a la gran plaza de la política; cosa que los políticos agradecen. Pero hay más. Ese aldeanismo televisivo convierte a Belén Esteban en vecina de patio y a los Príncipes de Gales en amigos del alcalde, Pero eso es sólo distracción de los problemas reales, no el "fascismo" que se saca Ramoneda de la chistera.

La clave es que también convierte al presentador de la telebasura en el cura del pueblo que administra los sacramentos de la gnosis progre, y también convierte los telediarios en la hoja parroquial que da cuenta de los pecados contra la corrección política. Todo lo cual no deja de agradecer la clase dirigente a las televisiones con constantes favores

Si para Voegelin la tragedia era el verdadero culto de los griegos, entonces la telebasura es el culto de la España zapaterista. Cada pueblo tiene el culto que se merece.

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