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Alberto Gómez

Antihumanismo progresista

El programa de abortos forzosos y la eutanasia, promocionado por la ONU en países como China, no es más que un ensayo, inspirado en esas ideas, para lo que estos laureados científicos y analfabetos en economía proponen para los países ricos.

Parece que, como ZP, Obama es un maestro del arte de decir a cada interlocutor lo que desea oír. Por ejemplo, mientras que da rienda suelta a los grupos abortistas, promete al Papa reducir el número de abortos. Bobo solemne por bobo solemne, y a pesar de que ambos beben de las mismas fuentes originales en cuanto a ideas y cómo llevarlas a la práctica, la ventaja de Obama es que creció políticamente con y tiene en su círculo inmediato a los ideólogos que producen el material original que sólo llega a ZP gracias a refritos perpetrados por pensadores de tercera fila.

Hablando de aborto, fijémonos por ejemplo en John Holdren, nombrado por Obama para tres cargos, entre ellos, director de la Oficina de la Casa Blanca de Ciencia y Tecnología, y nos daremos cuenta de a qué viene el emperramiento de ZP con el tema a estas alturas. Holdren (físico), junto con Paul R. Ehrlich (entomólogo) y otros ingenieros sociales, han justificado ideas de extrema izquierda como los abortos forzosos, el empobrecimiento de los países ricos, la rendición incondicional a un gobierno mundial que lleve a cabo una redistribución masiva de riqueza, etc. Todo ello desde sus cátedras de la universidad de Harvard y Standford respectivamente. El programa de abortos forzosos y la eutanasia, promocionado por la ONU en países como China, no es más que un ensayo, inspirado en esas ideas,  sobre lo que estos laureados científicos y analfabetos en economía proponen para los países ricos.

La justificación inmediata es el desarrollo de los países pobres, gracias a su visión de la economía, ingenieril y facilonga, de juego de suma cero. Pero su preocupación no es ni siquiera el reparto malthusiano de los supuestos recursos limitados a través de una estricta eugenesia (algo que, aún con ser estúpido, totalitario y de izquierdas, al fin y al cabo tendría ciertas briznas de humanismo en los modelos de la industria ganadera aplicada al hombre, al estilo de Slotterdijk). Ni siquiera eso: para estos ideólogos sus inquietudes más profundas pasan por la conservación del medio ambiente y el planeta. Pero mientras la agenda planetaria va ascendiendo rápidamente al rango de religión y adquiriendo todo su potencial legitimador, la preocupación por los países pobres actúa de puente provisional para el establecimiento de un gobierno mundial por encima de cualquier derecho individual. En otras palabras, la legitimación de un poder absoluto como nunca en la historia.

Mientras esto ocurre, la teoría de la legitimación del poder está experimentando una inversión total, partiendo desde el poder soberano por la gracia de un Dios –que al fin y al cabo proclama la dignidad de todo ser humano– pasando por la teoría de la soberanía popular hasta la nueva legitimación por el bien ecológico del planeta. Es una justificación del poder en la que el ser humano ya sólo juega el papel de plaga a controlar y que autoriza, por decirlo de alguna manera, a una élite, los HAL 9000 de la nave Tierra, para que le administren la cultura de la muerte.

Holdren propone instaurar el programa de abortos forzosos sin cambiar el marco de la actual constitución de los Estados Unidos. Ése es uno de los rasgos que caracterizan a la nueva extrema izquierda: moderación en las formas, aceptación formal de los cauces democráticos retorciendo su significado cuanto sea preciso, disfrazar los verdaderos motivos de necesidades y derechos, anestesia suave y ni un paso atrás. ¿Le suena a alguien?

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