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Alberto Acereda

Deuda, elecciones y el GOP

El recorte de gasto de Obama alabado por la prensa equivale a que un individuo tenga una deuda de 11.000 dólares en una tarjeta de crédito y que pague solamente 1 dólar de dicha deuda.

Sólo este año de 2009 el Gobierno federal gastará más de 4 trillones de dólares (en terminología norteamericana), lo que equivale a 7,6 millones de dólares por minuto. O sea, que cada trece minutos, el Gobierno se cepilla 100 millones de nuestros dólares y se queda tan fresco. Gasta, en fin, nuestro dinero y aun todos los dólares más que tiene que pedir prestados a países como China. De hecho, sólo este año, de cada dólar que se está gastando el Gobierno, la mitad lo tiene que pedir prestado...

Hasta octubre de 2008 la deuda contraída por el Gobierno federal equivalía a una deuda de 33.300 dólares por ciudadano. Tras la llegada de Obama a la Casa Blanca y con las mayorías legislativas del Partido Demócrata a toda marcha en el Congreso, las proyecciones oficiales con ajustes de inflación para el año 2019 apuntan a que la deuda será mucho mayor por lo que cada uno de los ciudadanos norteamericanos deberíamos pagar más del doble, concretamente 69.000 dólares por cabeza.

Ante todo esto, Obama sigue a la suya y junto a Rahm Emanuel continúa aprovechando la crisis... Para disimular asegura que va a recortar 100 millones de dólares del presupuesto anual y los medios de comunicación afines aplauden. Más bombo y más jabón. Lo que no explican al ciudadano es que recortar esa cantidad de un presupuesto anual tan monstruosamente grande equivale, por ejemplo, a que un individuo tenga una deuda de 11.000 dólares en una tarjeta de crédito y que pague solamente 1 dólar de dicha deuda. Obviamente, la deuda permanece y se incrementa de forma negativa cada mes por los intereses.

Todo esto ocurre si contabilizamos únicamente los miles de millones gastados hasta ahora. Pero la cosa se eleva a mucho más si contamos el caos económico que viene con el intento que están empujando Obama y sus congresistas de hacer público el sistema de salud. Hablamos de un proyecto que, además de llevar al sistema de salud a un caos burocrático insalvable, costará otros tantos miles de millones de dólares. Y todo, como siempre, a cuenta del contribuyente, de sus hijos y aun de sus nietos. Porque el objetivo de reformar el sistema de sanidad es apropiarse de más control y más dependencia ciudadana respecto al gobierno, especialmente cuando ese sector privado de la salud supone ahora mismo una sexta parte del PIB estadounidense.

Estas iniciativas que vamos sufriendo, al igual que el nuevo proyecto de "estímulo" económico que está en ciernes están perjudicando el libre mercado, destruyendo el capital y el sector privado, nacionalizando bancos y empresas como las automovilísticas. Se cierran ya impunemente concesionarios de automóviles sin el consentimiento de sus dueños y por normativa gubernamental en compadreo con el sindicato que tanto ayudó a Obama en su elección. Ante estos desmanes económicos, propios de la peor gestión en ese ámbito que ha presenciado Estados Unidos en muchas décadas, los ciudadanos empiezan ya a mirar hacia las elecciones intermedias de 2010.

No corren ahora tiempos para empezar a crear un debate interno de hacia dónde debe ir el Partido Republicano o si le conviene alterar sus posiciones en clave electoral o influidos por el efecto Obama. Todo lo contrario. Lo que falta es regresar a los valores y principios de la tradición conservadora norteamericana: gobierno limitado, libertad individual, mercados libres y seguridad nacional. La conciencia del conservador que ya detalló Barry Goldwater en su ejemplar ensayo de hace casi medio siglo sigue hoy más vigente que nunca contra lo que pueda parecer.

La cuestión de fondo aquí es sacar a Estados Unidos de este pozo en el que se ha metido en el último año de contraproducente intervencionismo gubernamental, "estímulos" económicos y supuestos rescates. Con el respeto a principios y valores, así como sus aplicaciones prácticas y la garantía de saber que han funcionado en el pasado es como se ganan elecciones. Cuando se olvidan, se pierden, según ya vimos. Y cuando un pueblo como el norteamericano se define a sí mismo mayoritariamente "conservador", como demostraba este mismo pasado mes de junio una encuesta de Gallup, al GOP debería quedarle pocas dudas sobre qué camino tomar.

Conste, además, que en la más reciente encuesta sobre posibles candidatos futuros realizado por la Gallup Poll esta misma semana, los dos políticos republicanos mejor valorados de cara a la nominación presidencial de 2012 son Sarah Palin y Mitt Romney; la primera resalta todavía más cuando se trata de la opinión entre los votantes republicanos, alcanzando el alto número de un 72% de apoyo. Y eso después de su polémica salida como gobernadora de Alaska, después de ser insultada y maltratada junto a toda su familia por los medios de comunicación; y después de que algunos sabelotodo del mismo Partido Republicano la dieran ya por muerta.

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