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Agapito Maestre

Rubens o Zapatero

¿Quién no necea en España? ¡Quién lo sabe! Zapatero y Rubalcaba han conseguido que vivir, en España, sea tanto como colaborar a su constante chapotear en la necedad gubernamental.

Obama le ha dedicado unos minutos a Zapatero. Lula, el de Brasil, y su sucesora se agregaron al corrillo, según comentan las crónicas. ¿Qué decir del asunto? Nada. Todo es mentira. Una rutina para ocultar lo evidente, a saber, los problemas de España necean. Persisten los necios en sus necedades. Pero las oportunidades no necean; simplemente, desaparecen. Zapatero y Rubalcaba han conseguido crear rutinas para que todo lo decisivo de este país necee. Necear, sí, es lo determinante de España. ¿Quién no necea en España? ¡Quién lo sabe! Zapatero y Rubalcaba han conseguido que vivir, en España, sea tanto como colaborar a su constante chapotear en la necedad gubernamental.

Pero, ayer, no estaba dispuesto a darle más cuartelillo a este atajo de necios y me fui, después de la tertulia de Dieter Brandau, al Museo del Prado. Me esperaba Rubens. No se pierdan, amigos, esta grandiosa exposición. Acoge la mayor colección de cuadros de uno de los pintores más prolíficos de la historia. El contraste humilla. Entre Rubens, el arte, y Zapatero, el socialismo negro, no hay opción. De una parte la fuerza, la inteligencia, la libertad. De nuestra parte la ruindad, el resentimiento, el despotismo. Paseándome entre los cuadros de Rubens no pude dejar de recordar que, cuando llega el alemán a Madrid, allá por 1628, enviado por la tía de Felipe IV, archiduquesa gobernadora de los Países Bajos, trae una misión diplomática cerca del Rey de Inglaterra.

Entonces los pintores, los grandes pintores, intervenían en faenas ajenas al arte. Van Dyck, a las órdenes del monarca inglés, actuaba de modo parecido a Rubens con nuestro Felipe IV. Hoy, por desgracia, no sólo ha desaparecido el poder social que en otro tiempo tuvo la pintura, sino que esas tareas se le encargan a quien ya haya demostrado sobradamente sus fracasos como ministro de diplomacia. He ahí el ejemplo de Moratinos. Todo un arquetipo de neceo diplomático se sustituye a sí mismo para vergüenza y oprobio de los españoles.

Al fin trato de concentrarme en la exposición para olvidarme de tanta inmundicia. He pasado una hora deliciosa. Me despido de Las tres Gracias, seguramente el Rubens más importante de todo el Museo, y prometo venir otro día para descansar de la persecución a la que Zapatero y Rubalcaba nos tienen sometidos. Imítenme, amigos, este fin de semana. Pasen del neceo gubernamental.

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