Zapatero es el gran problema de España. O se va o hunde definitivamente lo poco que queda de Estado-nación. Cada minuto más de este hombre en el poder es un riesgo para todos los españoles; naturalmente, están incluidos en esa deriva hacia la nada sus votantes y clientes. Esto es algo que saben los mercados, los Estados e incluso sus correligionarios. También es la tesis de la Oposición. Excepto los obtusos, nadie duda de que Zapatero es un político incapaz de gobernar España, entre otras muchas razones, porque es incapaz de generar confianza en su entorno. Nadie parece creer en él. Todos consideran que está muerto.
Pero, y esto es lo extraordinario, este hombre podría permanecer en el poder hasta el final de la legislatura. Más aún, y es una sencilla profecía, si la UE no interviene España, y hago votos para que así sea, este desastroso gobernante podría finalizar la legislatura. Es algo curioso y sin parangón en los países desarrollados de Occidente. Es como si España estuviera tocada por una rara excepcionalidad, que nos aleja, desgraciadamente, cada vez más de los procedimientos clásicos de legitimación democrática del poder. A Zapatero le bastan unos cuantos votos de unos separatistas, los del PNV, a cambio, naturalmente, de unos cuantos cientos de miles euros, para seguir en el poder. La cosa tiene mérito, sobre todo, si contemplamos como se hunde todo a nuestro alrededor.
¿Por qué un Gobierno como el de Zapatero, que ha llevado a la ruina a todas las instituciones económicas y políticas, se resiste a convocar elecciones generales? He ahí el enigma. Es evidente que la Oposición tendrá alguna culpa en el éxito de Zapatero. Obvio. Más aún, la casta política en su conjunto resulta aún más ridícula que el propio Zapatero, porque es incapaz de frenar a este individuo y su partido. ¿O es que acaso esa casta no siente vergüenza de sí misma al contemplar a un Zapatero ufano y sobrado allí dónde va? Sí, sí, Zapatero se muestra fuerte, aunque mantiene lo contrario de lo que dijo ayer; se muestra arrogante con la Oposición, a pesar de que Rajoy podría echarlo mañana del poder si pusiera un poco más de empeño en el asunto. Zapatero está consiguiendo la cuadratura del círculo: mientras que la Oposición es incapaz de expulsarlo del poder, y sobre todo no consigue forzar ya unas elecciones generales, él aparece todos los días haciendo "supuestas" propuestas que deberían corresponder a los de Rajoy.
En el ámbito internacional no crean que la cosa es mejor; pues que este individuo que sacó a las tropas de Irak sin avisar a sus aliados, que sigue negando la existencia de una guerra en Afganistán, que ha roto varias veces la disciplina de la OTAN, e incluso cuestionó la cultura Occidental de la OTAN –esa que estableció un tribunal de valores humanos, de derechos del hombre y de criterios de racionalidad ante el que deben comparecer todas las civilizaciones en pie de igualdad–, por la defensa de una extraña "Alianza de Civilizaciones" de raíz islamista, se le ha permitido fotografiarse, bien que en un sitio alejado de los protagonistas, en la última Cumbre de Lisboa de la OTAN. Cumbre, por cierto, que aprobó exactamente lo contrario de lo que este hombre ha defendido siempre, a saber, que las civilizaciones son equivalentes.
En fin, a pesar de la estulticia y maldad de este hombre en los ámbitos nacionales e internacionales, la pregunta es evidente: ¿Por qué aguanta tanto Zapatero? Quizá porque sea, reitero, una excepcionalidad que se permite el sistema. Quizá. O por que los que están en la oposición son aún más incapaces que él. ¡Quién sabe!