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Agapito Maestre

¿Ocasión perdida?

Fueron los principales responsables de que las víctimas de ETA no fueran tratadas como hijos de Dios en su último adiós. Esos mismos obispos fueron los que dieron todo tipo de cobertura a los criminales de ETA.

Me confirma un amigo periodista, que ha seguido día a día las jornadas del Papa, que había jóvenes de toda España, pero que no se ha encontrado con muchos peregrinos del País Vasco. Halló algunas personas mayores con un par de adolescentes vascos y una víctima del terrorismo de Guipúzcoa. Vio alguna bandera de la comunidad vasca y también escuchó una prédica del obispo de Bilbao en Cuatro Vientos. Pero, según sus indagaciones, me asegura que pocos peregrinos vinieron del País Vasco a la JMJ. Pocas parroquias de las tres provincias vascas tuvieron la oportunidad de apoyar a sus peregrinos, porque apenas nadie lo demandó.

Eso se debe, concluye mi amigo, a la crisis de la Iglesia en esa zona de España. La edad media de los sacerdotes es de 74 años. Han desaparecido las vocaciones casi por entero. Además, aunque hubiese alguno con deseos de entregar su vida a la Iglesia, no hay seminarios para formarse. El actual obispo de Bilbao, uno de los hombres más jóvenes del clero vasco, se formó en el Seminario de Toledo. Pero, al margen de los cierres de los seminarios, tampoco la enseñanza religiosa en los "centros católicos" corre buenos tiempos, incluso en la Universidad de Deusto no parece que abunden los sacerdotes. Imagino que en Loyola y otros lugares consagrados al culto quedará algún que otro religioso...

Hay algo que parece indudable: el País Vasco, más que en otras regiones de España y Europa, ha pasado de enviar misioneros al mundo a ser tierra de misión. La Iglesia Católica corre un gravísimo riesgo de desaparecer como institución en el País Vasco. Tan sencillo como lo leen. Es obvio que la propia Iglesia Católica tiene alguna culpa (sic) de esa situación. La jerarquía eclesiástica tendría que empezar a dar razones, o mejor, justificaciones plausibles sobre su responsabilidad o irresponsabilidad en el estado lamentable que está la institución. También es obvio, a poco que se conozca la historia reciente de España, que la relación del clero vasco en general, y de algunos de sus obispos en particular, con ETA, ha llevado a la Iglesia a su casi desaparición del País Vasco.

ETA, sí, pudo convertir un partido democristiano, como el PNV, en una organización a su servicio ideológico –recuerden que la vieja formación de Sabino Arana fue expulsada de la Internacional democratacristiana, entre otros motivos, por su apoyo nacionalista a las tesis de los etarras–, y, además, ahora está a punto de conseguir que la Iglesia misma desaparezca como institución. Trágico. Sí, pero real como la vida misma. Ha habido obispos, en las últimas décadas en el País Vasco, que tendrán el dudoso de honor de haber contribuido de modo poderoso a la desaparición de la Iglesia Católica del País Vasco. ¡Para qué nombrarlos! Fueron los principales responsables de que las víctimas de ETA no fueran tratadas como hijos de Dios en su último adiós. Esos mismos obispos fueron los que dieron todo tipo de cobertura a los criminales de ETA.

Pues bien, en ese contexto, ha venido el Papa a España y el Gobierno de Zapatero le pide ayuda para acabar con ETA. ¡Es de risa, amigos, si la cosa no fuera tan seria! Que el Gobierno exija a la Iglesia Católica acabar con ETA no es una petición desvergonzada, sino hilarante, pues ETA, si me permiten decirlo con todo el respeto a la Iglesia Católica, ha conseguido prácticamente que la propia Iglesia desaparezca como institución. El Gobierno, que se ha portado con decoro, e incluso ha dado un fuerte apoyo a esta visita de Benedicto XVI, ha perdido una gran ocasión de guardar silencio.

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